viernes, 31 de octubre de 2003

La California de Terminator

Ver el peligro en la California de Terminator.

Por: Rodolfo Antonio Menéndez y Menéndez, desde París.

Es mi propósito con esta viñeta llevar a la atención de ustedes la visión de uno de los más influyentes periódicos de la vieja Europa, Le Monde, con relación al proceso electoral que recién se ha verificado en California y que tuvo como resultado llevar a la gubernatura de ese estado norteamericano, un día parte de nuestro territorio, al actor austriaco mejor conocido por el nombre de su personaje de cine más famoso: Terminator.

Voy, con esa intención, a traducir textualmente el editorial de este periódico francés aparecido en el número correspondiente al jueves 9 de octubre pasado. Inicio la cita:

“La California es reconocida por su capacidad de innovación. Toda nueva tendencia venida de Los Angeles o de San Francisco termina generalmente por atravesar el continente americano de oeste a este y después el Atlántico.

Esta que ha lanzado el martes 7 de octubre es inquietante. No porque lleve al poder en Sacramento, la capital del estado, a un actor de cine sin la menor experiencia política, cuyas preocupaciones han sido hasta ahora más cercanas a la construcción del cuerpo que a la construcción de la nación. El Sr. Schwarzenegger, un republicano del centro, supo beneficiarse de la influencia política moderadora de su esposa, Maria Shriever, y del clan Kennedy en el cual ella lo introdujo. Se rodeó de consejeros competentes. Perpetúa el sueño americano, aquél del extranjero al que este país de inmigrantes le sigue ofreciendo la posibilidad de escalar los más altos peldaños sociales.

No, es el proceso que ha llevado a la victoria de Arnie el que debe alertarnos. He aquí un estado de 35 millones de habitantes cuyo Producto Bruto es cercano al de Francia. He aquí una tierra bendita de los dioses en la cual han germinado Hollywood, Stanford y el Valle del Silicón y que continúa atrayendo a pesar de todo lo malo que se pueda escribir sobre los males californianos a millones de mexicanos y de asiáticos. He aquí un vivero de recursos económicos, intelectuales y políticos de primer orden para la primera potencia del mundo.

Y sin embargo, he aquí un estado en el que a golpes de millones de dólares se puede destituir por la vía democrática a un gobernador apenas once meses después de su elección. Cuando lanzó la campaña de revocación del gobernador pagándole a mucha gente para recoger el millón de firmas necesario, Darrell Issa, riquísimo empresario local, pensaba principalmente en sí mismo para suceder a Gray Davis. Pero el proceso se le escapó.

Después de muchas peripecias jurídicas los electores californianos se encontraron este pasado 7 de octubre frente a dos preguntas para responder en el mismo acto: ¿desea usted revocar a su gobernador? Y ¿quién, entre los 135 candidatos –sí 135- cuyos nombres siguen, desea usted que sea el sucesor? En el colmo del absurdo electoral, estas preguntas han sido planteadas en boletas de voto tan defectuosas como las tristemente célebres utilizadas en la Florida cuando la elección presidencial del 2000. Como si de ese fiasco ninguna lección hubiera sido derivada.

Laboratorio de los Estados Unidos, la California lo ha sido también en materia del proceso democrático en los últimos veinte años: más y más, a golpe de referéndum y de “iniciativas ciudadanas”, la democracia directa le ha tomado el paso a la democracia representativa. Así, igual que su predecesor, el Sr. Schwarzenneger tendrá las manos atadas sobre el destino de cerca del 70% de los recursos presupuestales del estado, en razón de limitaciones impuestas por plebiscitos anteriores sucesivos.

Esta constante resulta, es claro, de la desconfianza del electorado con relación al “establishment” político. La victoria del populista Scwarzenneger no es más que una ilustración complementaria”.

Hasta aquí la larga y afilada cita. Interesante creo como un punto de vista que nos llega desde la vieja y reflexiva Europa y cuya substancia nos toca de cerca, en la frontera misma de nuestro territorio con ese país que ya casi recuperamos (me refiero a lo que perdimos en el siglo XIX) por el camino de la demografía actuante e invasiva, al punto de que el contendiente más cercano al ganador en el proceso electoral californiano fue nadie menos que Cruz Bustamente, uno de los nuestros. Veamos en esto con modestia mexicana que todavía cuenta más en California el ser ario y rico.

Pero hay otro aspecto que nos debe llamar la atención y lo lanzo como corolario. Usemos la expresión editorial que reproduzco como un juego de espejos en el que a los mexicanos nos conviene mirar en una doble dimensión: la del desafortunado e increíble esfuerzo que todos los partidos políticos nuestros, todos sin excepción, están haciendo en nuestro país para desvirtuar día a día, como si fuera con todo propósito, la actividad política frente a la ciudadanía. Tendríamos que reconocer que cada vez más el ciudadano común pierde la confianza, el interés y el respeto por la política institucionalizada, a eso que Le Monde denomina el “establishment” político. El resultado de esto, que ya se está viendo, es que no estamos muy lejos de tener que validar todo por la vía plebiscitaria destruyendo en el camino todas las virtudes de la democracia representativa.

La otra dimensión, igualmente nefasta, es la de la preeminencia del populismo demagógico que amenaza seriamente la vida política del país. No hay valor político superior, ni interés de mayor jerarquía para la nación, según esta corriente en boga actualmente, que el capricho manipulado mediáticamente e irreflexivo por tanto de la sedicente voluntad “popular”. No es necesario que me extienda en ello para que todos sepamos a que me refiero. El caso del D.F. y el uso que del método referendatario hace el inefable Jefe de Gobierno son el ejemplo mejor de esta tendencia. Aprendamos de California.

Octubre del 2003

sábado, 27 de septiembre de 2003

El derecho de Morir

Eutanasia, ¿Sí o No? El derecho de morir.

Por: Rodolfo Antonio Menéndez Menéndez, desde París.

El viejo debate filosófico: ¿Debemos mantener a toda costa la vida de un ser humano postrado por la enfermedad incurable, sin miramiento a la calidad de su vida? ¿Debemos ayudar al enfermo sin remedio a bien morir, a escapar de su sufrimiento sin esperanza? ¿De quién es nuestra vida? ¿De nosotros mismos? ¿De un dios etéreo? ¿De la ley? ¿De la sociedad? ¿De quién? ¿De quién es nuestra vida?

Hoy en Francia vuelve a cobrar actualidad este viejo e insoluble debate ante la rigidez de la ley de los hombres y la súplica misericordiosa de un joven, Vicente, de 22 años, cuadrapléjico, mudo y ciego como consecuencia de un accidente automovilístico ocurrido hace tres años que le ha tenido en el lecho del sufrimiento permanente y en el confinamiento de su incapacidad y dependencia totales, en un hospital del norte de Francia, bajo el cuidado permanente y sacrificado de su madre: Marie Humbert.

Sucede que esta buena señora después de tres años vividos, día tras día, con la intensidad de una tragedia irreparable, decide en común acuerdo con su hijo, la víctima, este pasado 25 de septiembre, en el centro hospitalario donde se mantenía con vida al paciente, de poner fin al sufrimiento inenarrable de ambos, inyectándole a Vicente pentobarbital sódico para sumergirlo por el efecto del barbitúrico en el sueño eterno, para darle una muerte piadosa.

Casi dos horas después de que la madre hubiera administrado a su hijo la substancia letal los médicos del nosocomio advierten el hecho y trasladan de inmediato al paciente al centro de reanimación al tiempo que piden a la policía que detenga a Marie Humbert por intento de asesinato de su propio hijo. Los representantes de la ley, diligentemente, se llevan a la señora a la comisaría mientras los médicos, en la sala de urgencias, intentan rescatar de la muerte, al parecer inminente, al paciente.

El joven Vicente había escrito, el año pasado, una carta emotiva al Presidente de la República, Jacques Chirac, pidiendo que le concediera el “derecho a morir” ante la situación desesperada e irremediable en la que se encontraba desde hacía más de dos años. En la ocasión el Presidente francés, además de entrevistarse con la madre, le contestó de forma manuscrita al enfermo diciéndole comprensivamente: “Querido Vicente: He leído tu carta con emoción. Tu sufrimiento y la angustia que expresas con relación a tu madre, tan dedicada, me afectan profundamente. Tu súplica es conmovedora. No puedo darte lo que me pides, porque el Presidente de la República no tiene ese derecho. Comprendo tu pena y la desgracia de tener que vivir en las condiciones que enfrentas. Deseo ayudarte. Veré próximamente a tu madre y hablaremos de ti y de ella también. Debemos encontrar juntos los medios para aligerar el peso enorme del apremio que sobre de ella existe. Te quiero decir, querido Vicente, que es posible hallar para ti ayudas novedosas que te aportarán, espero, alivio en medio de tantos sufrimientos. Nos vamos a movilizar todos para ello. Quisiera ofrecerte, en fin, así como a tu madre que te leerá esta carta, todo mi respeto. Seguiré personalmente la evolución de tu situación. Estaré en todo momento disponible para ti y para ella. Querido Vicente, estoy contigo y te ofrezco mi más caluroso afecto.” Así concluye su carta –escrita con una bella letra según le refiere Maria a su hijo postrado- el Presidente Chirac, quien posteriormente tendría también el gesto de hablar por teléfono al hospital para establecer una cita con Madame Hubert y decirle por la bocina algunas palabras de aliento a Vicente.

Hoy nos cuenta el mismo Vicente cómo convenció a su madre de matarlo por amor. En su libro titulado “Os Pido el Derecho de Morir”, escrito en colaboración con el periodista Frederic Veille, que ayer mismo salió a la venta en Francia, a lo largo de 188 estrujantes páginas, da cuenta este cuadrapléjico sin remedio de su tragedia personal y del sufrimiento que ha tenido que afrontar junto con su madre. Su verdadera vida, dice, concluyó el 24 de septiembre del 2000 en una carretera secundaria de Normandía, al norte de Francia. Ese día el automóvil que conducía se estrelló contra un camión que venía en sentido contrario y que literalmente deshizo su vehículo. Regresaba a casa después de un día de práctica en una estación de bomberos, institución a la que el joven, de cuerpo atlético, estaba pretendiendo ingresar. Era su sueño: quería ser bombero.

Tres días en reanimación intensiva y nueve meses posteriores de coma hubieron de pasar antes de que Vicente recuperara la conciencia. Su cuerpo sin embargo ya no funcionó más. “Recuperé la cabeza, pero sólo eso. Desde entonces la única libertad que tengo es la de pensar” refiere el infeliz. Pegada a su lecho desde entonces, Maria, la madre, lo cuida, lo estimula, le habla constantemente, le hace escuchar música, hasta que finalmente, un día, el muchacho, contra todo pronóstico médico, mueve su dedo pulgar. A partir de ese momento, con gran perseverancia, la mamá le enseña nuevamente el alfabeto a su Tití, como cariñosamente llama María al menor de sus tres hijos. Durante meses el joven avanza y parece recuperar facultades. La primera frase que logra construir presionando la palma de la mano de su madre, al principio con gran dificultad, es: “Mamá, estoy contento de que estés aquí”. En ese momento hay un destello de luz y surge algún optimismo en medio de la tragedia de estos dos seres.

Poco dura la esperanza. Pronto los médicos les confirman que no hay posibilidad de mayor avance. El paciente, dos años después de su accidente, debe dejar el hospital de rehabilitación en el que se encuentra para dar su lugar a alguien con mayor esperanza de normalización. Vicente ha perdido la suya. Debe ser trasladado a un centro especializado para ser mantenido ahí indefinidamente. Está condenado a quedar así, inmóvil, dependiente, con dos sondas conectadas directamente al estómago para su alimentación, requiriendo ayuda a veces hasta para respirar. Sin ver, sin hablar. Expresarse primitivamente con movimientos de dedo. Sólo eso y escuchar y pensar y sufrir lo indecible. Sólo eso. Para siempre, en una expectativa de “vida” que puede ser tan larga como la de cualquier individuo sano. “Es imposible vivir así” dice Vicente. “¡Esta es una vida de mierda!” confiesa en su relato. “Si estuviera usted en mi lugar, que preferiría: ¿vivir o morir?”

Él prefiere morir y así se lo dice a su madre. Ella rechaza la idea. Él insiste y vuelve a insistir. “Mi decisión estaba tomada”. “Era una decisión madura”. Le pide a los médicos y a las enfermeras una medicina “para terminar”. En vano. Todos aceptan que la vida del joven es un verdadero calvario pero nadie está dispuesto a ir más allá. Nadie contempla la posibilidad de la eutanasia. Está prohibida. Está prohibida por la ley y dicen que también por la ética médica. Nadie quiere escuchar siquiera de esa opción. Todos se conduelen pero nadie quiere participar en su proyecto. Vicente sólo puede volverse hacia su madre para implorarle: “Mamá, hazlo por amor. Mátame por amor”. Ella termina por jurarle que cumpliría su deseo. “Al final –confiesa Madame Hubert- quise pensar y actuar para y por él y no en, ni para mí.”

En la intimidad del contacto entre esas dos manos amorosas conspiran madre e hijo contra la vida -¿la vida?- que ella misma gestó y que él ya no quiere, ya no puede, sostener. Así, en esa intimidad, urden el plan cuyo desenlace estamos presenciando. “Usted tiene el derecho de la gracia y yo le pido el derecho de morir....”, ha escrito Vicente al Presidente Chirac. “Sepa que usted es mi última oportunidad...” añade al final de su carta. Fracasado el intento de un permiso presidencial que nunca podría haber llegado, exploran los dos Humbert, ellos, apretujados en el rincón de su lecho hospitalario, solos frente al mundo, los detalles de su “crimen”. “Yo no quería matar a mi hijo, quería ayudarlo a suicidarse....”, cuenta llorando la madre, “...la diferencia es muy importante en mi corazón... sólo quería cumplir mi promesa... liberar a mi hijo de su sufrimiento. En su desesperación él está persuadido de que después será feliz.... es lo que cuenta. Sé de los riesgos que corro, no me preocupan por el momento. Le he jurado a mi hijo...y él sufre!”

En la madrugada de hoy Vicente dejó de existir. Esto es, también su cerebro dejó de funcionar. Los intentos de la ciencia y de la medicina piadosa fueron inútiles. El poderoso barbitúrico hizo su tarea. En el sueño profundo alcanzó el joven cuadrapléjico su objetivo de morir...., de terminar de morir. De manera insólita deja por escrito un amplio testimonio de su deseo y de su sufrimiento. Libera a su madre de toda culpa. “Déjenla en paz”, clama sentencioso al final de su libro, “déjenla vivir esa resemblanza de vida que tiene por delante. Lo hizo por amor!” ¿Qué será de ella? La respuesta está en el aire. Los magistrados franceses tienen la palabra. Dura lex, sed lex, dice la máxima jurídica. Ya veremos.

Será necesario, pregunto yo, pasar por estas tragedias humanas inauditas para que se reconozca el derecho del ser humano a morir con dignidad. Para que se reconozca que la única decisión verdaderamente libre y soberana para el individuo es poder quitarse la vida cuando ésta le resulta intolerable. Todas las demás decisiones que el ser humano afronta en su vida están condicionadas. Todas sujetas al apremio. Ninguna hay que sea totalmente libre. Ninguna absolutamente soberana más que esa: el acto supremo de la liberación total. La otra, la inicial, la de venir al mundo, la de vivir, esa, esa decisión no la tomamos nosotros mismos, es la más ajena de todas.

Hay algunos países ¿más evolucionados?, Holanda, Bélgica, Suiza, en donde reciente y tímidamente empieza a visualizarse la no-penalización de la eutanasia y del suicidio asistido. Por lo general -y ¿hasta cuándo?- el mundo sigue pensando que la vida no es de su verdadero dueño. Que la vida no es nuestra. Que la sociedad puede dictarnos con autoridad incontestable la obligación de vivir. Obligación que a veces nos ha impuesto la fatalidad....o, ¿fue Dios acaso?

septiembre 2003

sábado, 30 de agosto de 2003

Diez mil muertos en Francia por el calor.

Viñetas de la Vieja Europa

Mucho calor en Francia. Diez mil muertos... sin calor de hogar.

Por Rodolfo Antonio Menéndez Menéndez, desde París.

Pasado el gran calor, ya con temperaturas más razonables, abatido el mercurio en los termómetros en más de 10 grados en comparación con los niveles alcanzados hace un par de semanas, la Francia se dispone a hacer el balance de su canícula. Los medios de comunicación se hacen eco de la sorpresa y del clamor de la gente. Y es que el desenlace de la canícula ha sido funesto. Literalmente funesto.

La prensa responsable, no los cotidianos amarillistas que, esos, hablan de otras cifras, fija el número de defunciones debidas directamente a los calores extremos que padeció el país en tres ondas cálidas sucesivas y particularmente en la primera quincena de agosto, en diez mil personas. Y aún hay, internado en hospitales, un número importante de pacientes sujetos todavía al traumatismo de la canícula pasada. Para un país de sesenta millones de habitantes parece no ser una cifra muy importante y sobretodo si se le compara con la resultante de otras epidemias que padecen naciones del tercer mundo. Pero en una nación avanzada y con la reputación de ser una en la que los servicios asistenciales son de los mejor dotados y más generalizados en el mundo, ese número de muertes por el clima extremo representa una verdadera catástrofe.

Y eso de clima extremo es un decir. Los mexicanos conocemos bien estas inclemencias del tiempo. Los 45 y hasta los 50 grados centígrados que alcanzan los termómetros en verano en el noroeste de nuestro país, en el norte de Baja California y en Sonora, como ejemplo, no son comparables a los modestos 39 ó 40 y, sólo en algunos puntos 41 grados, que sufrió la población francesa en estas pasadas semanas. En Yucatán mismo padecemos el calor con profunda alegría. ¡Cuántas veces no hemos deseado que alguien con poder divino –como el que alguna vez tuvo Cervera- nos apague desde lo más alto ese horno en el que nos toca vivir en nuestros mayos y nuestros agostos!

Pero bueno, hay que reconocer que en nuestras naciones tropicales el calor forma parte de nuestra cultura. Está inscrito, desde que nacemos, en nuestra vida cotidiana. Nos reímos, aún quejándonos, de la canícula. Huimos a las playas. Tomamos más chevas que de costumbre. Para los europeos, que también tienen sus playas y quienes también gustan de la cerveza, el calor es un acontecimiento. Un acontecimiento de carácter anual muy, pero muy, efímero y a veces, como en esta temporada, totalmente desquiciante y mortífero.

El organismo de los europeos no está habituado al calor. Ellos saben y están preparados para tolerar el frío. Sus países son atemperados por los vientos que soplan del ártico. Las aguas de sus mares son menos que templadas. Sus ríos, productos del deshielo de sus enormes montañas, llevan aguas frías. Aquí, la mayor parte del tiempo hay que abrigarse. Vivir en la desnudez que es común entre nosotros, es aquí asunto de fiesta, sólo de unos cuantos días durante el año. Sus ciudades, sus casas, están hechas para el frío, no para el calor. Es rarísima la casa o el edificio habitacional, aún entre los de la gente con más recursos, dotado de aire acondicionado. Todos, eso sí, aún los más pobres, tienen calefacción. Ésta, claro, es una de las razones por las que el calor, cuando supera lo que tienen por costumbre, los sorprende y los desquicia.

Pero ciertamente, ésta que apunto del hábito, no parecería ser razón suficiente para que el calor, por canicular que sea, se vuelva mortífero al punto en que lo hemos visto en este verano del 2003 que pasará a la memoria colectiva de los franceses como uno de los más funestos de su historia. Y no exagero, la gente está escandalizada. El calor se ha transmitido a la política. El gobierno de Chirac y el de su primer ministro, Raffarin, están hoy en medio de una muy caliente tormenta política. De lo menos que los acusa la oposición, siempre oportunista, es de falta de compasión hacia sus conciudadanos, porque su atención a la crisis fue tardía y con poco énfasis. Ambos regresaron de sus vacaciones, el primero del Canadá y el segundo de los Alpes, ajenos a lo que les esperaba en casa.

¡No se vale!, dice acalorada la gente. Ya quemaron al primer fusible: el Director de la Salud Pública ha tenido que renunciar a su puesto. El ministro, su jefe, podría ser el que sigue. No es para menos el asunto: ¡Diez mil muertos directamente atribuibles a la canícula! Muertes en las que las víctimas padecieron lo que médicos llaman hipertermia –calor corporal superior al normal- y finalmente deshidratación avanzada, según reportan los servicios asistenciales ante el asombro de todo mundo. Los hospitales públicos, en su mayoría sin sistemas de refrigeración, fueron incapaces de evitar esta tragedia.

Y, ¿quiénes son estos muertos? ¿Cómo es posible que tantos puedan morir deshidratados?, se pregunta uno. En la gran mayoría fueron gente anciana, frágil por la edad o por otros padecimientos que no necesariamente hubieran causado la muerte en lo inmediato, pero que tenían de alguna manera debilitadas a las víctimas. Los ancianos al parecer pierden la capacidad para sentir sed. No se percatan que están en proceso de deshidratación. No advierten que la crisis los acecha. Muertes prematuras o anticipadas, se dice. Gente que vivía en casas de asistencia, en asilos de ancianos y en su mayoría, alrededor del 60% de quienes fallecieron, señalan las estadísticas que empiezan a publicarse, gente anciana que vivía sola.

Y aquí está una de las respuestas a lo que se nos antoja como enigma: el ¿por qué tantos? y el ¿cómo es posible? Gente que vivía sola. Ahí está el punto. En este país admirable por muchos aspectos, la sociedad ha relegado a sus viejos a la soledad Es enorme la cantidad de gente que traspuestos los 65 años de edad, vive en la más absoluta y dramática de las soledades. Pongo por ejemplo el pequeño edificio donde yo habito. Son 24 apartamentos. Solamente en cuatro viven parejas, curiosamente ninguna con hijos. El resto son viudas o viudos, en su gran mayoría mujeres de la tercera edad. Tal vez un par de solteros. Y yo, claro, que no soy ni viudo ni soltero, pero sí quien observa.

Los bomberos, que en Francia son respetada y eficiente institución pública, refieren en sus declaraciones a los medios que durante la crisis, en París, tenían la impresión de estar trasladando ancianos sólo para saturar los hospitales que fueron totalmente desbordados. Las noticias televisadas mostraban los nosocomios parisinos con camas hasta en los pasillos. Tuvieron necesidad de dar de alta de manera prematura a muchos pacientes normales a fin de liberar capacidad para albergar a las víctimas de la canícula. La situación se agravó por el hecho de que en pleno período vacacional los sanatorios no tenían a todo su personal de base. Hubo que llamar a muchos con urgencia para que se reintegraran anticipadamente a su servicio. Lo mismo ocurrió en las casas de retiro –eufemismo de asilo para ancianos- en las que también tuvieron que enfrentar la crisis con mucho de su personal ausente, en parte por las vacaciones anuales y parte por la nueva ley laboral que establece sólo 35 horas de trabajo semanal. En una de estas casas de viejitos la responsable, exhausta, comentó un tanto desesperada: “No sólo había que darles de beber, sino que también teníamos que asegurarnos que bebieran!!

Las autoridades hospitalarias complementaron la declaración de los bomberos: ellas, a su vez, tuvieron la tarea de vaciar los sanatorios para saturar las agencias funerarias. La estadística dice que en París mueren normalmente alrededor de 80 personas diarias. Durante la crisis canicular ese número se elevó a 250. El sistema se saturó integralmente. No se dieron abasto, en la región, los servicios de inhumación o de cremación. Se generó un rezago en los servicios de pompas fúnebres que hasta este momento existe. El gobierno tuvo que alquilar almacenes frigoríficos comerciales para depositar los cadáveres en demasía. Hay todavía, hoy, al escribir esto, más de 300 cuerpos esperando ser rescatados por los familiares. Hay quien falleció a mediados de agosto y cuyos despojos esperan, en cola, sepultura que está programada hasta el 2 de septiembre!

“¿Qué clase de sociedad es ésta?”, se pregunta alarmado Jacques Attali en su columna La Crónica del semanario Express, “en la que muchos miles de personas pueden morir de olvido, abandonadas por sus hijos que se fueron de vacaciones o por sus vecinos vueltos sordos súbitamente”. Y, a mi juicio el analista da en el clavo, certero, con su comentario. Estos miles de ancianos recién muertos en medio de la canícula feroz, lo fueron más por soledad, por abandono, por indiferencia, que por el calor. Si hubieran tenido a alguien cerca que con esmero y solidaridad los cuidara, muchos de ellos no se hubieran ido prematuramente. Ni tampoco, regresando a la referencia de Attali, los bomberos hubieran encontrado “en una hermosa tarde de verano, al anciano en estado avanzado de coma, frente a un refrigerador abierto y con el teléfono descolgado en el más hermético de los silencios....”

En nuestro México, así de pobre y así de carente y así de caluroso, no vemos todavía este tipo de episodios dramáticos. Es cierto que nuestra estadística tampoco nos da para conocer la realidad íntegra de nuestra sociedad y que no sabemos bien hasta donde llega el efecto de muchas de las vicisitudes que padecemos, pero también es una verdad aparente que al privilegiar a la familia -esto es, a la solidaridad familiar- como aún lo sabemos hacer en nuestro medio, rescatamos de la muerte prematura a nuestros viejos a quienes al menos no aventamos al gobierno para que nos los cuide sino que nosotros mismos, en el seno de nuestra pobreza tercermundista, les damos de beber y los abanicamos para que de calor no se nos mueran. ¡Que nunca tengamos la experiencia dolorosa que hoy, con mal contenida vergüenza, debe afrontar la -por muchas otras razones admirable- sociedad francesa!

sábado, 9 de agosto de 2003

La Canícula Parisina

Viñetas de la Vieja Europa.

La Canícula: Europa sufre!

Por Rodolfo Antonio Menéndez Menéndez, desde París.

La canícula. La perrita en latín. ¿Qué tiene que ver con el calor? A Sirio, la estrella, los astrónomos de la antigüedad le llamaban también Canícula. Sucede que en ciertas latitudes abajo del Mediterráneo, en el Cairo por ejemplo, el inicio del verano, en el mes de julio, de la época de mayor calor en el hemisferio norte, coincide con que Sirio, Canícula, la estrella, se levanta y se acuesta al parejo con el sol. Es la época canicular, se decía. La del verano. La del calor.

Ahora por antonomasia la canícula es el calor. Pero no el calor, calor, sólo calor. Es el calor tórrido. En Europa, cuando el viento sobrecalentado y seco del Sahara invade desde el sur el continente y los termómetros remontan las temperaturas más altas del año. Cuando el viento frío del polo norte que atempera a esta región del mundo queda contenido en el ártico. Ahora, en agosto. Precisamente ahora. Estamos en la canícula. Europa sufre.

Es el calor. Y todas las consecuencias, que no son pocas, de la acción de este jinete del Apocalipsis. Es la sequía. Son los incendios forestales. Es la contaminación por el ozono y el dióxido de carbono. Escasea el agua de riego. El agua para usos domésticos también. Aún más, hay falta de agua para producir energía eléctrica tanto en las unidades hidroeléctricas como en las termo y núcleo eléctricas porque en éstas el agua es indispensable para enfriar a los equipos que la producen. El exceso de calor y la sequía dislocan todo. La vida cotidiana se ve seriamente afectada. Los modos de producción se alteran. El orden ecológico se trastoca.

Este año la canícula es excepcional. Hace semanas que las condiciones del clima golpean fuerte a la vieja Europa. Desde que empezó el verano han sido tres las ondas sucesivas de calor extremo que se han experimentado. La temperatura ambiente alcanza niveles nunca sentidos en algunas regiones. Por señalar el ejemplo que yo vivo, París a 40 grados centígrados. Y es en todo el continente donde se resienten las consecuencias de esta canícula. Desde Grecia en el sur, hasta Dinamarca en el norte, de Portugal en el oeste hasta Rusia en el este.

Los ríos están en niveles y con caudales récord por lo bajos. No escapan los grandes ríos: el Pó, el Danubio, el Rhin, el Loira, el Sena, todos acusan una gran disminución en sus torrentes. La agricultura y las actividades pecuarias están comprometidas y son ya sujeto de apoyos especiales por parte de los gobiernos. Anoche, en la televisión, veía las imágenes de un gran centro de producción avícola en el centro de Francia a donde los bomberos habían acudido a rociar con sus carro-tanques y mangueras las techumbres de los enormes corrales para impedir la muerte inminente de miles de aves como resultado del calor extremo. Una tragedia. Una más.

Desde hace más de diez días el Portugal se encuentra sometido a incendios forestales con una magnitud de la que no se tiene memoria en la historia de este país. “No hay palabras” dice el alcalde de Macao, 170 Km. al norte de Lisboa, entrevistado por el periódico Le Monde. “Es terrible”. Más de 100,000 hectáreas, principalmente de pinedos, hasta la frontera con España, han sido devastadas por el fuego. “Lo nunca visto”. Más de quince personas muertas combatiendo el fuego. Las autoridades centrales lusitanas han declarado el estado de calamidad nacional y piden a gritos la ayuda del exterior a sus vecinos: a España, a Marruecos. A la OTAN. Una verdadera catástrofe.

En Italia otro tanto. Desde principios de la semana pasada más de 800 hectáreas han sido destruidas por el fuego en la Toscana. La Lombardía y la Liguria también han sido afectadas severamente. En España, donde los poderes públicos desde hace años han hecho un verdadero esfuerzo por inculcar en la población una nueva cultura sobre el agua y su cuidado, se sufre también las consecuencias de la sequía y el calor: 26,000 hectáreas de bosques se han incendiado desde los primeros días de agosto. En el sur de Francia, en la región conocida como las Bocas del Ródano, cerca de la Costa Azul, en la región del Var y en los Alpes Altos, toda la semana pasada transcurrió en una lucha titánica por parte de más de mil bomberos impotentes frente al fuego, y al viento que lo aviva, que ya ha consumido más de 1,200 hectáreas de bosques preciosos. Por doquier la geografía europea parece incendiada.

También en Francia, el 50% del territorio agrícola ha solicitado ayuda a un fondo nacional para las calamidades. Sólo los agricultores del Norte y del Oeste han logrado hasta el momento resistir la sequía generalizada. Se ha establecido un sistema de distribución solidaria de forraje para evitar la muerte de cientos de miles de cabezas de ganado. No es posible por el momento establecer el monto total del daño que sufre la actividad agropecuaria, dice la prensa, pero la Comisión Nacional encargada de su evaluación ha adelantado su próxima reunión, prevista originalmente para el mes de octubre, a fines del mes de agosto que corre, ante el diluvio de solicitudes de apoyo que se han recibido por parte de los productores afectados.

La empresa nacional francesa de electricidad (EDF) ha reducido ya la potencia de sus centrales nucleares eléctricas particularmente las situadas a lo largo del valle del Ródano, en el sur, y del Loira, río, este último, cuyos cambios de “humor”, dice el corresponsal de Le Monde en Orleáns, Regis Guyotat, se aprenden en la escuela: en creciente puede llegar a los 9000 metros cúbicos por segundo, pero los estiajes pueden también ser catastróficos, como en el caso actual cuyo nivel se compara al histórico de 1949 en que el río, famoso por los esplendorosos castillos construidos desde el medioevo en su margen, no era más que una laminilla de agua de 9 metros cúbicos por segundo.

La contaminación ambiental es otro de los graves problemas que trae la canícula consigo. Los niveles de ozono empiezan a rebasar los umbrales de riesgo. Ayer la prensa consignaba que en todas las regiones de Francia se ha roto el récord histórico de contaminación por dióxido de carbono y ozono. Es una contaminación excepcional que supera tanto los niveles establecidos como la duración de la crisis en todos los confines de Francia. Y no sólo, sino que amenaza con extenderse en el tiempo, habida cuenta de las previsiones meteorológicas que anuncian hoy que lo peor está por venir.

Hace unos días, estos calores fuera de serie y la contaminación que generan, en el suroeste de Francia, respondieron por la muerte de un hombre de 32 años que acababa de escalar una cuesta en su bicicleta y quien súbitamente se sintió mal, desvaneciéndose hasta morir, víctima del medio ambiente. “Muerte anticipada” le llaman aquí, eufemísticamente, a la que es provocada por la naturaleza adversa, y que en este caso aconteció a un hombre joven pero que, por lo general, ocurre a los más desprotegidos, los niños y los ancianos, cuyos fallecimientos, prematuros, son numerosos en esta época.

En toda Europa se modifican los reglamentos de tránsito para reducir el problema de la contaminación. Prohibiciones varias. Velocidad de circulación disminuida. Transporte público gratuito. Impulso a los medios de transportación no contaminantes tales los eléctricos y la bicicleta. Pero todo ello no basta. Hoy, cosa rara, estando en el mismo barrio parisino, a unas cuantas cuadras, no podía verse el perfil de la torre Eiffel por la bruma de la contaminación. De plano, yo con miedo no salí a correr. Preferí quedarme en casa a escribir esto para ustedes.
Ese es el panorama de esta vieja Europa que enfrenta con susto sus crisis ecológicas. Sin querer trivializar lo que es tragedia para muchos diría que la única razón de humano regocijo que ofrece esta canícula asfixiante, sobretodo para un ser solitario de más de 60 años como yo, y hago este comentario con riesgo porque podría significarme inmerecidamente el calificativo denigrante de viejo libidinoso, es que en medio del calor insufrible sale uno a pasear por los parques admirables de este París siempre deslumbrante y goza en gratuidad del placer de la belleza de las francesitas, que inducidas por el clima, se despojan sin recato de sus prendas de vestir, ofreciendo al público interesado (yo soy de esos) un espectáculo de hermosura digno de aplauso generoso. Tacos de ojo le llamarían en mi tierra a este alimento que nos ofrece la canícula. Tacos de ojo para el que, como yo, desea y tiene el tiempo para observar. Que conste Julia, dije para observar

09/08/2003

jueves, 31 de julio de 2003

La vuelta ciclista de Francia

Viñetas de la vieja Europa

La Vuelta Ciclista, “Le Tour de France”: verdadera pasión de los franceses.

Por Rodolfo Antonio Menéndez Menéndez desde París.

Al publicarse esto, hoy domingo último de julio, considerando la diferencia de horarios, estará terminando la centésima edición de la vuelta ciclista a Francia. Hoy, como viene sucediendo desde hace cien años, varias decenas de ciclistas “sobrevivientes” de 20 cruentas etapas estarán llegando a la meta de la prueba deportiva, línea de llegada que ha sido colocada al principio de los Campos Elíseos, cerca de la Plaza de la Concordia. En ese punto será recibido por una impresionante multitud el vencedor del “Tour” que este año será, a menos que suceda una desgracia, una dramática caída, un accidente imprevisto, el texano Lance Armstrong o, puede ser todavía, el alemán Ullrich.

No es éste un evento deportivo común y corriente. Más allá de la competencia propiamente dicha entre 198 corredores pertenecientes a 22 equipos, que por su configuración más parecen empresas transnacionales que clubes deportivos, esta tradicional prueba reviste características de epopeya y su realización se ha convertido en un verdadero mito, lugar para la memoria, tema de estudio para los especialistas en asuntos más del domino literario o intelectual que del desempeño físico. Parafraseando al periodista Sebastián Lapaque del diario El Fígaro, diríase que mientras para Proust la ocupación preferida era amar, o para Mauriac soñar, la del francés promedio es seguir “el Tour de Francia”.

Dicen aquí y habría que creerles, que después de las Olimpíadas y de la Copa Mundial de Fútbol, la Vuelta Ciclista a Francia es el tercer evento deportivo más importante del planeta. Esto, en términos de la complejidad de su organización, de su tradición, del número de países que participan, de la cantidad de público que lo sigue. Es este evento, sin duda, una súper producción. Y, desde luego, se ha convertido en un negocio multimillonario del que se benefician, aparte del país en su conjunto y las pequeñas y grandes ciudades por las que transcurre, los corredores, los patrocinadores, los medios de comunicación y toda una cauda de participantes accesorios sin cuyo concurso la complejísima realización de la prueba sería imposible. Curiosamente, a pesar de la evidencia de los grandes recursos económicos que se mueven, la Vuelta Ciclista es uno de los pocos, quizá el único, gran evento deportivo, a nivel mundial, que se mantiene estrictamente gratuito para el gran público.

Cada año es lo mismo, desde hace cien -1903 fue el año que testimonió el inicio de este verdadero maratón ciclista- con excepción de las dos grandes guerras que, lógico, impidieron la realización del evento. Durante el mes de julio se levanta en Francia un torbellino de emociones que conforme se acerca a su fin se convierte en huracán devastador que irrumpe en todos los ámbitos de la vida nacional. No es sólo el gran número de asistentes a la prueba, que por millones, por decenas de millones, acuden a las carreteras, aldeas, ciudades, planicies y montañas, de los Alpes a los Pirineos, de la Normandía a la Costa Azul, por los que serpentea a lo largo de la hermosa, de la singular geografía francesa la competencia, los que se ven afectados por esta fiebre colectiva. No hay rincón de este país que le quede ajeno al Tour, ni figón en el que no se discuta con vehemencia el resultado de la etapa o el desempeño del ciclista ganador. Desde el Parlamento nacional hasta la plaza pública, en el Metro o en el bus, en el mercado del barrio, en el bar, la panadería, en todos sitios, el tema es uno y el trono de la discusión lo ocupa el deporte, el ciclismo y los ciclistas. Los franceses se inflaman. Euforia total. El ambiente se torna, créanmelo, ensordecedor.

Refiere L’Express, publicación semanal, un comentario periodístico de 1920 que alude a lo que era el Tour en esa época, en que las carreteras aún no eran ni sombra de lo que son y ni siquiera estaban dedicadas en exclusividad al evento deportivo: “No saben ustedes lo que es este Tour, decía a sus lectores el reportero en ese entonces. Es un verdadero calvario. Y el camino de la cruz constaba de 14 estaciones. El nuestro tiene 15!!” Hoy, el Tour de Francia se corre a lo largo de 3360 kilómetros en veinte etapas de las cuales siete son de montaña y algunas de alta montaña. Carreteras protegidas. Transmisión por televisión en directo. La fuerza pública apoyando y cuidando en el recorrido. Camiones, motocicletas, helicópteros, vehículos de toda laya siguiendo a los ciclistas en una caravana de veinte kilómetros. Quince millones de espectadores a lo largo del recorrido.

Pues ahora con más etapas que en su inicio la Vuelta sigue siendo un calvario en el que se pone a prueba la capacidad, la fortaleza, el tesón y el valor de los corredores. Varios muertos a lo largo de los años son testimonio del sufrimiento que entraña la prueba. Este mismo año quedó fuera de competencia por accidentes graves buen número de ciclistas. El americano Hamilton ha hecho la hombrada de mantenerse en el sexto puesto de la clasificación general en esta edición con la clavícula rota por una caída ocurrida desde las primeras etapas de la carrera. Y no sólo, ya accidentado ganó una etapa. Es muy probable que quede dentro de los cinco primeros al concluir la competencia el día de hoy. Bravo!

Desde 1919 al competidor que encabeza la prueba se le otorga una camiseta amarilla. Es el emblema del mejor. Del heraldo, de quien lleva la antorcha. El símbolo del triunfo es la camiseta amarilla. Este año, como en los últimos cuatro, un americano fuerte y vigoroso, operado de cáncer en los testículos poco antes de convertirse en campeón, Lance Armstrong (Legstrong le llamarían los puristas angloparlantes, porque no es en los brazos donde lleva la fuerza), tiene puesta y bien puesta, al cabo de 19 etapas, la prenda de la victoria. Pero todavía no se escribe el final en esta edición de la prueba centenaria. Se está escribiendo apenas en este momento y por tanto el final no podríamos reseñarlo todavía. En 1975 se diseñó otra camiseta, la de puntos rojos, que es otorgada al mejor escalador de la montaña. Desde 1953 una prenda verde se entrega al mejor velocista (sprinter le llaman los ciclófilos). Finalmente desde hace unos veinte años a la mejor revelación juvenil le otorgan una camiseta blanca para distinguirlo. Y con este ropaje colorido meten los franceses su competencia ciclista anual al rango de fenómeno social.
Ya los etnólogos lo entienden. Es la prueba deportiva francesa –la única- que tiene un lugar en sus museos. Venir a Francia, estar en Francia, obliga, como ir al Louvre, a Cluny, al Quai d’Orsay, al Jeu de Paume, a presenciar, asistir, a vivir –sólo de eso se trata- esta incomparable experiencia del Tour de France. Por la geografía, por la historia, por la competencia en sí, por lo que socialmente representa, por el goce, aunque sea por una vez, por ésta, ciclista hay que ser.

viernes, 11 de julio de 2003

A Juan Duch Gary, en la hora de su muerte


Ha muerto un hombre y están juntando su sangre en cucharitas,
querido Juan, has muerto finalmente.
De nada te valieron tus pedazos
mojados en ternura.

Cómo ha sido posible
que te fueras por un agujerito
y nadie haya puesto el dedo
para que te quedaras..   .Juan Gelman en su Gotán (1962)


Juan Duch Gary, amigo; amigo entrañable. Poeta también. Amigo y poeta. Murió trabajando en la empresa. Lo hacía para vivir. Si la tonta vida permitiera que los poetas la vivieran trabajando en lo que quieren, Juan habría muerto haciendo versos. Inspirados versos. También era cuentista, no porque los echara, sino porque los escribía. Y los escribía buenos. Si la tonta vida hubiera permitido a Juan hacer su regalada gana, Juan habría muerto escribiendo. Contando cuentos y escribiendo versos.

Pero no. La tonta vida es tonta y además injusta. No entiende lo que uno quiere, ni da lo que uno merece. Juan murió de un golpe artero que le asestó esa tonta vida en pleno corazón a la tempranísima edad de 61 años. Juan no quería morir. No todavía. Recién me lo dijo ufanándose de su juventud. Cuando en la relación epistolar que sosteníamos sin descanso por este medio moderno de la cibernáutica, por el que nos frecuentábamos, me atreví a recalcarle que entrábamos, él y yo, a paso acelerado, al otoño de nuestra vida, me replicó, con ese brillo muy suyo: “En el otoño tú, coño!......yo, aun disfruto la primavera de mi vida.... Mírate todo nevado, mientras yo sigo florido. Podrían incluso decirme canicular –agregó- porque sólo tengo canas en salva sea la parte...además de un par en el bigote”. Esto y así me dijo, riendo, como sólo los jóvenes y los poetas y los amigos ríen con uno, hace apenas unos cuantos días, el 23 de junio recién pasado.

Pues ese amigo joven y poeta murió en brazos de su querida Angelina en Coatzacoalcos, Veracruz, la Niza mexicana como él llamaba a la ciudad costeña a la que los azares laborales le habían llevado. Ahí trabajó para vivir durante los últimos seis años. Había salido de su Mérida nativa contra su voluntad, en busca del pan, del suyo y de su gente. Sabía trabajar en otras cosas que no fueran su creación. La familia, influencias de juventud, lo hicieron ingeniero agrónomo. Chapingo fue su alma máter. Aprendió ahí también las ecuaciones básicas de la economía. Como ingeniero y como economista trabajó para el campo. El moribundo Banrural fue la casa donde desempeñó su profesión por muchos años. Ahí también dio curso a su sentido de la justicia social. Porque Juan, además de amigo, de poeta, de joven, era un justo. Justo como hay pocos. Justo y recto. Honrado a carta cabal, de los que ya no hay.

Sabía enseñar. Enseñaba a sus amigos y a sus discípulos. La Universidad de Yucatán le tuvo como profesor y director de su Facultad de Economía. Ahí dio de sí. Sus alumnos le recuerdan y le quieren. Supo hacerse querer. Supo suscitar aprecio y respeto. Sólo recuerdos buenos y amistosos se escuchan de él. ¿Cuántos de nosotros aspiramos a tal logro?

Y en una de esas contradicciones que no se repiten con frecuencia, además de escribidor de grandes alas, Juan era un excelente administrador. Administraba con pausa y con lógica, con la serenidad que da la capacidad de análisis, con la certidumbre que ofrece la reflexión, con el esmero que permite la aplicación. Así, su búsqueda del pan de cada día lo llevó por diversos senderos de la empresa pública y la privada. Y escaló sus pequeñas cumbres: dirigió el Banrural regional del sureste; encabezó Cordemex, la empresa federal de memoria aciaga para el campesinado yucateco, en uno de sus períodos más difíciles. En ambos casos ajeno a la influencia política que propicia normalmente la ocupación de tales tareas, llegó a ellas recomendado sólo de su bien ganada fama de hombre recto y talentoso. De conocedor de su medio. De forjador de ilusiones que, a veces, no siempre, se convierten en realidades.

Los requiebres impensables del destino lo llevaron finalmente a la multinacional europea que supo ver en él atributos para conducir sus políticas de personal. Este cargo último que él consideró pasajero, como los otros, vería el desenlace final de su vida, en plena primavera creativa, en la que con gran entusiasmo ya había retomado la fina pluma para sus colaboraciones recientes con la revista cultural El Navegante.

Murió Juan en una madrugada en brazos del único ángel en el que creyó en su vida: su Angelina. Murió Juan como vivió: discretamente, como hacen los sabios, como obliga el talento, como hace el poeta: soñando en un verso y una estrella.

Ese hombre pulcro, honrado y recto, poeta y joven, murió feliz. A la manera de Borges logró el propósito de ser feliz siendo justo. Yo, desde mi refugio en este lado del Atlántico, le rindo homenaje usando aquella frase de Miguel Hernández, que Juan también usó para poner en boca de su personaje Oliverio Gambeta y digo: Juanito, “siento más tu muerte que mi vida”. Agrego para consolarnos, como Gambeta agregó: "no debemos abatirnos aunque la inclinación sea grande, siendo cosa del destino, dejemos que el destino se deprima".

Ese hombre muerto que fue recto y poeta y joven y sobre todo amigo, ese hombre al que lloro, era mi hermano.

 Juanito Duch, hermano, “...siento más tu muerte que mi vida...”
Rodolfo Menéndez.

sábado, 21 de junio de 2003

El día de la música en París

Viñetas de la vieja Europa

París es una fiesta...

Por Rodolfo Menéndez y Menéndez, desde París

Hoy es 21 de junio. Solsticio de verano. Empieza la temporada estival en el hemisferio. París a 31º C. Marsella a 40. Lyon a 37, igual que Burdeos. Ni una nube en el cielo del territorio todo de la Francia. Ni una sola. El sol es rey por este día. Amaneció temprano, anochecerá tarde, hacia las 10:30 PM. Es el día más largo del año. París es una fiesta.

Para festejar al verano que llegó puntual a la cita, hoy es la fiesta de la música. Aquí y en muchas ciudades de Francia y también en otras partes, pero aquí particularmente. En su versión 21, se celebra hoy en París, con música, con toda la música y en todos los rincones de esta esplendorosa ciudad, la llegada del verano, la llegada del calor y del color, de las vacaciones, del descanso anual, de un nuevo ciclo. Todo eso se celebra con la música en esta fiesta de París.

Calor y color, es cierto. En estas ciudades de la vieja Europa donde el gris es el tono que prevalece y el frío el ambiente que domina, resultado del clima y de la nube, se siente una eclosión de colores en estos que son los pocos días en que manda el sol. Hoy es uno de ellos. El verde es más verde y hay muchos verdes. Parques, jardines, plazas, camellones, todos, en toda la ciudad, adornados de mil colores de mil flores distintas. Amarillo intenso, rojos violentos, naranjas, azules. Y hoy la música. Todo el día la música. París es una fiesta.

Hace veinte años, hoy se cumple el veintiuno, algún genio tuvo la ocurrencia de festejar con música la llegada del verano. Se le ocurrió combinar la luz, el color, el calor, la música y París. La fiesta es fiesta cuando la gente quiere. Y aquí la gente quiso. Hoy la gente quiere. Un millón y medio, dos millones, así se estima, de parisinos deambularán hoy por las calles de la ciudad. Sin decir que no soy de aquí, hoy soy uno de ellos. El Metro es gratis, el autobús también. Cada cual lleva el vino que le conviene. Yo llevo una botella de Saint Emilion.

“C’est le été et c’est la fête....(Es el verano y es la fiesta)”, dicen hoy sábado los periódicos de París. En todos sitios, en las plazas, en los figones, en los teatros, en los jardines, de la Bastilla al Campo de Marte, de la Plaza de la República hasta los Campos Eliseos, del Bosque de Bolonia al cementerio de Père Lachaise, en la Place de Vosges, en todo el Marais, en Montparnasse, Pigalle, la Concordia, las Tullerías, la torre Eiffel y ciertamente el Sena, a todo lo largo del Sena. Ni que decir del barrio latino. París es una fiesta el día de hoy.

¿Qué música? ¡La que usted quiera! La suya si así le place. El jazz, el rock, la clásica, la salsa, el tango, la rumba, el flamenco, el funk, el groove, la electrónica, la canción, la canción de ayer, la de hoy, la de mañana...., hasta el mariachi, válgame Dios! De todas partes del mundo. Cuba, la Costa de Marfil, Alemania, Portugal, Nuevo Orleáns, Italia, Brasil, Australia, Rusia, corales, sinfónicas, bandas, quintetos, gaitas, violines, trombones, guitarras, piano, clarinete, el fagote. Cantantes jóvenes, artistas conocidos, vedettes de toda laya, rockeros, cantautores. Todo mundo. Todo el día, desde las once están sonando las trompetas. Olvidé checar si algún trío tránsfuga de la Plaza Grande de nuestra Mérida llegó a la cita. Espero verlos. No hay horarios, es todo el día hasta llegar la medianoche. Música que es fiesta, que exalta y que vincula. Todo hoy es música en París.

Yo ya me voy. A la música me voy. Ahí están las notas del jazz. Por mi ventana abierta al parquecito Brassens llegan esta mañana inaugural del verano las notas que me llaman. Con mis bermudas y mi gorra beisbolera, la camiseta de Cancún que le robé a Julia, mis zapatos tenis, mi bici y la botella de vino que me compré, yo ya me voy. Voy a pedalear (la bici) hasta donde pueda. Hasta donde me deje el sol. Tuve suerte. Tengo suerte. Estoy aquí. Esta fiesta de París es para mí. Con ustedes la he querido compartir.
21/06/03

viernes, 20 de junio de 2003

Europa busca la unidad

Viñetas de la vieja Europa

En busca de la unidad: Una nueva Constitución.

Por Rodolfo Antonio Menéndez Menéndez, desde París

A orillas del mar Egeo, cerca de Tesalónica, en plena canícula continental, se reúnen mañana los jefes de Estado de los quince miembros actuales de la UE junto con los representantes de los otros diez países que, a partir de mayo de 2004, se integrarán también a esta Unión de la “vieja” Europa. Se quieren dar una nueva Constitución que regule mejor su funcionamiento. Los tratados anteriores, desde el fundacional, el de Roma, ya quedaron chicos. La actualización se impone. Buscan la unidad. La unidad que les hace falta y que es la esencia de su potencial fortaleza.

Este esfuerzo de darse un nuevo estatuto jurídico que modificará sustancialmente el funcionamiento institucional de la Europa unida ha sido conducido por una Convención que lleva más de quince meses trabajando en el proyecto que alterará, de una forma o de otra, el porvenir de 25 países y de cerca de 450 millones de seres humanos que los habitan.

En diciembre de 2001, el Consejo Europeo, órgano rector de la Unión, encargó a una Convención el preparar los trabajos relativos a este proyecto constitucional. Denominada Convención sobre el futuro de Europa y puesta bajo la presidencia de Valery Giscard d’Estaing, ex – presidente de Francia, tendría como tarea principal enfrentar tres desafíos: ¿Cómo acercar a los ciudadanos y particularmente a los jóvenes al proyecto y a las instituciones europeas? ¿Cómo estructurar la vida y el espacio políticos europeos en una Unión ampliada? ¿Cómo, finalmente, hacer de la Unión un factor de estabilización y una referencia en el nuevo mundo multipolar? ¡Menudos desafíos!

La Convención debería buscar el camino para lograr una mejor distribución de las tareas y de las competencias entre la Unión y sus Estados miembros a fin de hacer más clara la relación, de simplificarla y de ajustarla a las condiciones actuales. Debería también introducir en una nueva “Constitución para los ciudadanos europeos” elementos que simplificaran los instrumentos de gobierno de la Unión y que dieran más transparencia, más democracia y más eficacia al funcionamiento de las instituciones de la Unión.

Este pasado 13 de junio, en Bruselas, en el hemiciclo del Parlamento Europeo, el trabajo de la Convención resultado de estos quince meses de trabajo imaginativo, de arduas negociaciones y de redacción, fue presentado y aprobado por la propia Convención, durante la ceremonia de clausura de sus trabajos. Los ciento y tantos constituyentes, miembros de la Convención escucharon emocionados el Himno de la Alegría, de la Novena Sinfonía de Beethoven, que es también el himno de la Europa unida, en la ceremonia de clausura de sus trabajos. El grupo de europeos ahí presentes no escondió su orgullo ni su emoción. De aprobarse el documento que han preparado por las instancias que siguen, habrán dotado a la vieja Europa de una nueva Constitución que regirá los destinos de su unidad.

Mañana, en la Grecia milenaria, bajo cuya presidencia ha operado estos últimos seis meses el Consejo Europeo que cambia de cabeza dos veces al año (por cierto, esta es una de las innovaciones que se proponen: darle al Consejo una Presidencia más estable que permanezca dos años y medio en funciones), el grupo de mandatarios reunidos recibirá el proyecto de Constitución. Dura prueba para Valery Giscard d’Estaing quien a sus 76 años de edad, tendrá cuatro horas para hacer su presentación e intentar convencer a su auditorio, para salir después del recinto, en donde se realizará la reunión solemne de los 15 Jefes de Estado, a fin de dejarlos deliberar en torno a su trabajo.

Documento producto del consenso, la nueva Constitución no deja felices a muchos. Ya la prensa anuncia desde hoy el deseo de España, de Polonia (que será de los que recién llegarán) y de Austria de introducir enmiendas en la propuesta. Temen algunos que bajo los nuevos postulados se haga más intensa la influencia de los países grandes como Francia y Alemania. La Convención autora se defiende diciendo que para mantener la integridad y el precario acuerdo conseguido es imperativo no alterar el texto que se presenta. Habremos de ver.

La propuesta no conduce ciertamente a unos Estados Unidos de Europa. Está lejos de llegar a ello. Ni siquiera es el propósito. Pero finalmente parece ser que sí es mucho más que una compilación mecánica de los cuatro tratados previos, desde el de Roma, que llevará, al ser adoptado, a una Europa más coherente, más unida y más eficaz en su intención de convertirse en otro polo de este nuestro mundo contemporáneo.

En el preámbulo del texto constitucional que mañana empezarán a debatir los Estados miembros de la Unión se dicen cosas contundentes: “...la Europa es un continente portador de la civilización cuyos habitantes venidos por oleadas sucesivas desde las primeras épocas de la humanidad han desarrollado aquí progresivamente los valores que fundan el humanismo, la igualdad de los seres humanos, la libertad, el respeto a la razón.....”

“...Los pueblos de Europa, manteniéndose orgullosos de su propia identidad y de su historia nacional, están resueltos a rebasar sus antiguas divisiones y, unidos de una manera cada vez más estrecha, a forjar su destino común...”

“...En la certidumbre de que unida en la diversidad, Europa ofrece la mejor oportunidad de continuar, en el respeto de los derechos de cada uno y en la conciencia de sus responsabilidades con respecto a las generaciones futuras y del Planeta, la gran aventura que hace un espacio privilegiado de la esperanza humana.”

Entre octubre de este 2003 y marzo del 2004 la Conferencia intergubernamental (los 25 Jefes de Estado y de Gobierno) adoptará el texto definitivo después de las enmiendas que resulten. El 1 de mayo del 2004 entrarán en pleno derecho los 10 nuevos miembros de la Unión Europea y se firmará en Roma el nuevo tratado constitucional. A partir de 2004 y hasta el 2006 la nueva Constitución se adoptará por referéndum o por la vía parlamentaria, en los 25 países europeos. En ese año de 2006, a principios, deberá entrar en vigor el nuevo Tratado de Roma.

Así, paso a paso, con la lentitud que a veces nos desespera a los mortales pero que permite consolidar lo que se crea, la vieja Europa nos esta dando lecciones de sentido común, de visión del futuro y de esperanza, a todos nosotros los jóvenes del mundo incluyendo al Imperio. ¡Que vaya por buen camino su proyecto! Los seguiremos observando.
junio 2003

viernes, 6 de junio de 2003

El mundo contra los ocho

Ellos son 8, nosotros millones

Rodolfo Antonio Menéndez Menéndez, desde París.

“Ellos 8, nosotros millones”, con esta leyenda que parte de la quintaesencia de la democracia se abanderan los “alter mundialistas”, globalifóbicos les llamamos nosotros, reunidos en los alrededores del lago Leman, en esta manifestación multitudinaria que pretende hacer la contra al Grupo de los Ocho*, cuya reunión cumbre ha empezado hoy domingo en Evián -el lugar de las aguas- arrinconados entre los majestuosos Alpes, el lago Leman -compartido geográficamente por Suiza y por Francia- y esta muchedumbre en su mayoría de jóvenes que es retenida, controlada y contenida por unas “fuerzas del orden” tri-nacionales (Alemania que participa con mil soldados, Suiza presente a regañadientes y sólo por ser vecina y Francia, país anfitrión.

Los organizadores de la reunión quieren evitar los problemas del pasado. Hace dos años en Génova, la multitud “globalifóbica” que alcanzó la cifra de 200 000 manifestantes, los alter mundialistas, se enfrentaron con violencia a la policía italiana. Se dio la represión. Hubo un muerto. El año siguiente, en el 2002, el G-8 fue a refugiarse a un sitio aislado e inaccesible de las Rocallosas canadienses. Ahora, en Francia, un ejército de policías y de soldados armados hasta los dientes con apoyo logístico nunca visto, incluyendo aviones de caza, helicópteros, tanques, sin faltar los perros anti-manifestación y un efectivo de diez mil elementos, han puesto a Evián en verdadero estado de sitio. En círculos concéntricos se han establecido cuatro perímetros de seguridad que cubren la superficie íntegra del Lago Leman. Desde Ginebra hasta Lausana, cubriendo todos los puntos fronterizos, la mayoría de los cuales se han cerrado, hay vigilancia especial y desde hace semanas el lugar de la cumbre, Evián, particularmente el Hotel Royal, ha estado sujeto a un acceso absolutamente restringido para evitar infiltraciones.

Las reseñas periodísticas dan cuenta del miedo que se apoderó de Ginebra, ciudad normalmente muy activa y vital. Sus habitantes optaron por seguir las recomendaciones de las autoridades de tomar sus vacaciones en torno a estos días de la reunión y han dejado la ciudad con un aspecto de abandono total. Comercios con las cortinas abajo. Aparadores vacíos. Bancos cerrados. Oficinas desiertas. Vientos de pánico. Parece increíble. Desde hace tres semanas se habla de manifestaciones multitudinarias. Se ha mencionado la cifra de los 300 000 participantes que espera la policía local y para contener a los cuales se ha venido preparando. Más vale prevenir que lamentar, dicen los responsables de mantener el orden, quienes realmente ignoran la intensidad del movimiento y el número de los alter mundialistas que vendrán en caravana a manifestarse al barrio donde se encuentran localizadas las oficinas de varias instituciones internacionales entre las que destaca como blanco prioritario de las marchas de protesta, la de la Organización Mundial para el Comercio (OMC).

Se dice que una lista con más de 300 nombres de anarquistas identificados por su actitud violenta y que han participado ya en anti-cumbres previas ha sido circulada y las instrucciones giradas a los puntos fronterizos abiertos para evitar que tales personas entren a Suiza. En Lausana, por ejemplo, ciudad donde se alojarán los doce jefes de estado de los países emergentes invitados, la policía ha prohibido el uso de máscaras, capuchas y pasa-montaña, como reacción a la negativa de muchos grupos de anarquistas de actuar en el sentido de la petición de las autoridades suizas de hacer convocatorias abiertas a los miembros de sus grupos en contra de la violencia. A los comercios se les han girado instrucciones concretas para que no se muestre en sus aparadores nada que pueda ser identificado como objeto de lujo, representativo del gran capital o que tenga vínculos ostensibles con los países anglo sajones. En fin, verdadero ambiente de miedo.

Y, ¿quiénes son estos mentecatos, desordenados, agresivos, anarquistas, encapuchados, temibles granujas, de los que tenemos que protegernos? En su inmensa mayoría jóvenes de entre 18 y 30 años de edad, venidos de los cuatro confines de la “vieja” Europa y algunos de allende el Atlántico y el Mediterráneo, en toda suerte de vehículos públicos y privados, para sostener cerca de los poderosos reunidos en Evián, un punto de vista alterno respecto del mundo al que se aspira. Rechazan el gobierno mundial de los más ricos. Vienen aquí, la mayor parte de ellos estudiantes muy cerca ya de las fechas de sus exámenes finales en el ciclo escolar que está a punto de concluir, dentro del calendario escolar europeo, a hacerse oír. Quieren denunciar, aprovechando la presencia de los líderes de los países poderosos, las desigualdades y las injusticias del sistema económico mundial. Quieren ofrecer alternativa. Quieren saber de alternativa. Aspiran a la democracia radical. Son los soñadores de siempre. Son miles. Cientos de miles aquí. Representantes de los “millones” frente a los 8. Son ellos, nosotros mismos, ayer. Ayer hace 25 años para los de mi generación.

Están aquí en tiendas de campaña o durmiendo a cielo abierto, aprovechando la onda cálida que invade Europa occidental en estos días. Beneficiándose de los 28 grados centígrados con que natura ha querido obsequiarles en apoyo a su causa. Se reúnen para dormir en pequeñas comunidades en torno al aeropuerto de Anemass, cerca de Ginebra, donde las autoridades acondicionaron grandes explanadas para darles acogida. Algunos se fueron a los bosques cercanos estableciendo “villas” efímeras con nombres sugestivos: Pueblo Intergaláctico, se llama uno. Pueblo Anticapitalista, otro. Y en cada uno la energía acumulada suficiente para activar las armas más destructivas o para impulsar el cambio, la transformación hacia una sociedad más justa. Ahí están los líderes del mañana.

Nuestro mensaje es uno, parecen decir a coro, “la democracia que ha servido para elegir a los 8, no debe ser la democracia que autorice las guerras, ni la injusticia, ni la desigualdad, ni el hambre, ni la muerte de millones, incapaces de curar su enfermedad de siempre: la miseria”



*Nota. El G-8, Club de los países más industrializados, está integrado por los Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Japón, Italia, Alemania, Francia y Rusia, siendo esta última en su circunstancia actual la que menos atiende a los criterios de alto desarrollo industrial y poderío económico con que los ocho se han querido unir en un grupo de análisis y reflexión para revisar anualmente la coyuntura económica del orbe. Ya me han señalado que en mi anterior entrega a Por Esto! escribí que España era parte integrante de este grupo. Esto es incorrecto y fue un error de mi parte. Para la reunión que inicia hoy, por iniciativa del presidente de Francia, Jacques Chirac, en quien recae por esta ocasión la coordinación de la cumbre, fueron invitados trece países del sur, de los llamados emergentes, entre los cuales México, Brasil, China y la India. El presidente de Argelia, uno de los trece invitados, no pudo asistir por la situación que afronta su país después de los recientes sismos que lo afectaron. Por ello, en este caso, el G-8, será por una vez el G-20, mucho más representativo, ya no sólo del poderío industrial del mundo sino de su población y de la riqueza generada por la humanidad. En efecto entre los 20 países que hoy se reúnen en Evián se cuenta el 80% de la población mundial así como el 80% de los intercambios comerciales del mundo y el mismo porcentaje aproximadamente del producto bruto de la economía del orbe.

martes, 3 de junio de 2003

La visión multipolar Vs. la unipolar

El G-8 visto desde Europa. La visión multipolar vs. la unipolar.

Por Rodolfo Antonio Menéndez Menéndez, desde París, para Por Esto!

En el fondo y en primer plano, está la pregunta de cómo resolver el problema de la desigualdad del desarrollo en el mundo contemporáneo. ¿Cómo lograr que cerca del 20% de la población del mundo, mil millones de seres humanos, resuelvan su problema de hambre crónica y su realidad de tener que vivir con ingresos menores a un dólar diario? Este es el dilema crucial que enfrenta el G-8 en su reunión anual ahora en Evián, Francia. Pero para el infortunio de la mayoría de la población del mundo, éste no será el tema central de la reunión cumbre que se realiza estos días, sino sólo, si acaso, la música de acompañamiento.

Desde 1975 -entonces G-5 ya que ni Italia, ni Canadá, ni Rusia estaban integrados- por iniciativa del entonces presidente francés Valery Giscard d’Estaing, el grupo de países llamados industrializados se viene reuniendo anualmente para reflexionar esencialmente sobre el problema del desarrollo económico. En ese ámbito elitista se buscan los ajustes que ha menester el estado de la economía del mundo para que su funcionamiento sea mejor.

Nunca, desde su fundación, relatan los que saben, se había reunido el grupo con vientos tan fuertes de discordia entre sus miembros. Irak hace la diferencia. Las soluciones del mundo han de ser planteadas bajo la perspectiva del líder omnímodo, del que puede, del que tiene los medios: así está pregonando con los hechos el presidente de los Estados Unidos, George Bush. A esta visión unilateral se opone el criterio de que los problemas hay que atacarlos colectivamente, a través de los mecanismos y las instituciones que se han venido diseñando para ello en los últimos tiempos, particularmente en la segunda mitad del siglo pasado. Jacques Chirac, presidente de Francia, encabeza a las naciones que sostienen este criterio de pluralidad.

Para muchos observadores el multi-lateralismo que pudieron haber admitido y consecuentado los Estados Unidos hasta la administración de Bill Clinton, ha dejado de ser una opción realista. El once de septiembre de 2001, con todo su dramatismo, habría legitimado, según estas versiones, el uso del mando unilateral, indisputado. Si así fuera, cuánto más daño le habrán infligido al mundo los terroristas responsables de tan execrables actos que las consecuencias directas e inmediatas de los mismos.

No hay duda que el mundo se volvió económicamente unipolar. Estados Unidos no tiene hoy competencia en el mundo. No desde el ángulo de su poderío económico. Ni la Europa de los quince, que pronto será de los veinticinco, ofrece contrapeso real a la imbatible maquinaria americana a la hora de medirse las fuerzas en el terreno de los eventos económicos. Con esa fuerza quiere el presidente Bush actuar sin obstáculos en la solución de los problemas del orbe. Como en Roma hace dos mil años el emperador actuaba, así pretende el unilateralismo actuar en el mundo contemporáneo. Con la misma impunidad que benefició al imperio por varios siglos, así el nuevo emperador desea ejercer su poderío.

Así las cosas, vienen una vez más a reunirse los que más pueden. El presidente Chirac, aprovechando su capacidad como organizador en turno de la cumbre, ha querido imponerle a Bush su visión multipolar trayéndole el sur a la mesa. Con la presencia de quienes representan menos, pero representan a más, los países emergentes, pretende el jefe de estado francés hacerle ver a su homólogo norteamericano, por la vía del lenguaje diplomático, que es necesario oír y más aún, que es necesario escuchar, a los demás para que las soluciones se diseñen en conjunto. Revisando en Evián temas y asuntos que de otra forma no habrían sido, tal vez, tocados por los participantes tradicionales, la presencia de los pobres –aunque no sean ciertamente los más pobres- contribuye a adoptar la visión plural que conviene al multilateralismo. Dos botones de muestra.

La presencia del presidente Shintao de China ha abierto en la prensa Europea el debate sobre el papel de Beijing en el mundo. ¿Se podrá hoy –se cuestionan todos- tomar decisiones globales sin la participación del coloso de oriente? Hablamos ahora de esta China en vías de transformarse en potencia económica y que ya no rechaza, ni desdeña, como antes lo hacía, al club de los más ricos. Su participación en Evián, sin reservas, lo confirma.

Aún en la ausencia del rey Mohamed VI, de Marruecos, quien después de haber aceptado la invitación, a última hora decidió no participar, el G-8 vio abierta su discusión central al tema de la situación en el continente africano que desde el punto de vista de la salud, de la alimentación y desde el ángulo humanitario representa seguramente el más importante reto para la comunidad internacional en la actualidad.

Parecería hasta aquí que la partida diplomática la gana la experiencia y la visión de estadista de Chirac. Pero, ¿cómo ha respondido Bush antes, durante y después de Evián?

En primer lugar debe destacarse que el presidente norteamericano no pasará más de veinte horas en Francia, habiendo decidido retirarse de la reunión de Evián aún antes de la cena de hoy lunes por la noche, considerada como la más importante de la cumbre de los 8. La delegación americana salió para Egipto prematuramente, desde el punto de vista del desarrollo de la reunión en Evián. Fue claro como Norteamérica quiso restarle importancia a su cita en el contexto del G-8.

Pero en lenguaje diplomático, más importante aún, a juicio de los expertos, es que el presidente Bush haya querido expresar las prioridades de su país para con la Europa fuera del marco de Evián. En efecto, escogió para ese propósito su discurso en Cracovia aún antes de encontrarse con los líderes del continente europeo, quitándole así importancia relativa a la reunión organizada por el presidente Chirac.

La evidencia final parece encontrarse, para el análisis de la prensa influyente de Francia, en lo que fue la denuncia expresada ayer por Bush, de aquellos, que en principio plantean el antagonismo euro-americano, ya que bajo la amenaza terrorista.... “es mal momento para dividir una alianza superior”. Agregando después, “No se debe permitir que una rivalidad en la teoría venga a sabotear los principios y los deberes que nos reúnen. Cuando América y Europa están unidas, no hay ni problema ni enemigo que pueda resistirnos”

Más claro no canta un gallo. A la luz y en los ojos de la “vieja Europa” los poderosos están divididos. ¿Qué será, ¡ay! , qué será de nosotros los débiles?

viernes, 30 de mayo de 2003

El grupo de los ocho en Evian

En Evian, Francia el Grupo de los Ocho será por un día de los Veinte ¿Para qué?

Por: Rodolfo Antonio Menéndez Menéndez, desde París para Por Esto!


Dentro de dos días, el domingo 1 de junio, se inicia en Evian, Francia, la cumbre anual de los poderosos, el G-8, bajo la presidencia francesa cuyo turno quiere ser aprovechado por Jacques Chirac, Presidente de la República, para enviarle al mundo un mensaje de confianza. Y también, hay que decirlo, para intentar ponerse de acuerdo en cómo reactivar la decaída economía del mundo, no sin olvidar el tema que está ciertamente en la agenda escondida de Francia y en su preocupación más evidente: restablecer el vínculo de armonía y amistad con el gobierno del Presidente Bush, roto por la postura de Chirac frente a la invasión anglo-americana de Irak.

Los Estados Unidos, Gran Bretaña, Italia, España, Francia, Alemania, Canadá y Rusia son los miembros de este Club privilegiado del poder. Del poder económico y del poder político del mundo contemporáneo. Países industrializados del norte todos, se reúnen en esta ocasión con una agenda que como siempre es de carácter económico pero que ahora se reviste también de propósitos políticos bien definidos: curar las heridas producidas entre ellos por la disidencia en el conflicto iraquí.

En efecto, desde antes de la guerra surgen dos tendencias opuestas entre este grupo de socios actuales, el multilateralismo pretendido por Francia y Alemania y el unilateralismo impulsado por la potencia hegemónica de los Estados Unidos. En este contexto, singular y grave, ha querido la Francia de Chirac hacer a un lado en la agenda de la reunión que se avecina el tema de Irak y en ese propósito, como en la crisis, están acompañándola Rusia, Alemania y el Canadá que se ven opuestos al grupo encabezado por el presidente Bush seguido de sus aliados firmes, la Gran Bretaña de Blair, la España de Aznar y la Italia de Berlusconi, los campeones del neoliberalismo.

Para ello, para reorientar un poco el polarizado ambiente en el que se da la reunión de Evian, para abrir las posibilidades de diálogo, el presidente francés tomó la iniciativa de convocar a los dirigentes de las grandes organizaciones multilaterales como la Organización de las Naciones Unidas, la Organización Mundial para el Comercio, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Así mismo invitó a los Jefes de Estado de China, de Suiza (la vecina y gran afectada por la organización de la reunión en su frontera con Francia) y de varios países del sur: Brasil, México, India, Arabia Saudita, Marruecos, Malasia, Senegal, Nigeria, África del Sur, Egipto y Argelia cuyo presidente atrapado por los sismos recientemente ocurridos en su país se ha excusado de no poder asistir.

Así, el G-8, que reúne a quienes representan el 50% de la riqueza mundial, se convierte por un rato en el G-20, ahora representativo del 80% de la riqueza del mundo en términos del Producto Bruto, de los intercambios comerciales y más significativo aún, de la población. Ocasión singular sin duda para debatir el tema central de la reunión que ha sido identificado como el del “Crecimiento y Cooperación Internacional”. Desde la marginación y el estancamiento otros países del orbe deben estarse preguntando ¿servirá para algo esta misa que se dibuja ya como pieza importante de la liturgia del mundialismo –de la globalización- tan en boga en estos tiempos que corren?

Ese pequeño rato del domingo próximo en que se reunirán en el famoso -por su agua de manantial- balneario francés situado a orillas del lago Leman y a espaldas de los imponentes Alpes, en que estos líderes del mundo se sentarán en torno a una mesa común, rodeados de un impresionante aparato de seguridad constituido por más de quince mil miembros de las policías y aún de los ejércitos de Francia, Suiza y Alemania, que no sólo protege sino que además aísla y confina a estos dirigentes, ese pequeño rato será suficiente, se pregunta uno, no ya para cambiar el rumbo ominoso de nuestra sociedad mundial, sino aunque sólo sea para alterar en un ápice la suerte de los miles de millones de pobres que sumidos en la ignorancia ni siquiera saben de esta reunión en la que irónicamente muchos de ellos, se dice, estarán representados.

Sí, es cierto, no es el propósito de una tal reunión el cambiar los destinos del mundo. Muchos sospechamos que el mundo no cambia como efecto de las reuniones de sus dirigentes, también es cierto. Pero el optimismo gesta el deseo de milagros. El optimismo o la esperanza. Esa esperanza que nutre, ella sola, la vida cotidiana de tantos y tantos seres humanos miserables que siguen esperando que el resultado del “crecimiento y la cooperación internacional” les alcance en algún recodo de su camino de pobreza, de su camino sin disyuntivas, sin desarrollo y sin cooperación.

El domingo se producirá el encuentro de los 20. Los miembros del Club se alojarán, cual corresponde, en el Hotel Royal de Evian, construido por la realeza inglesa a principios del siglo XX para que sus miembros descansaran en ese rincón maravilloso de la naturaleza alpina frente a un lago de ensueño, lejos del mundanal dolor y de las asperezas de su realidad. Los invitados, nuestro Fox y el Lula brasileño, entre los otros, serán hospedados del otro lado del lago, en Lausana, en la Suiza co-anfitriona -sin haberlo querido-, cuya orilla se alcanza a ver en los días claros desde el Hotel sede. Ellos serán trasladados al lugar de la reunión, con los verdaderamente poderosos, en lanchas rápidas o en helicóptero. No se trata de que permanezcan todo el tiempo. Sólo un rato, el domingo. Lo demás, lunes y martes, es para los oídos de los más fuertes, sólo para aquellos que en conjunto dominan al mundo. Aunque el mundo no quiera.

¿Propuestas de los invitados para los alcances de la reunión? Sí, hay varias. Sobresalen dos por su significado: la de Lula que sugiere al G-8 un fondo mundial contra el hambre y la de África del Sur que plantea fórmulas para que los países pobres accedan a la salud y a los medicamentos, controlados por las grandes empresas farmacéuticas. Hay una tercera que también sobresale por mezquina: la del Presidente Fox que quiere que México sea parte permanente del G-8 porque somos, dice él, la novena economía del mundo. Él ya no quiere que lo hospeden en Lausana. Quiere dormir en el Royal, con los de verdad. Con sus colegas.

Afuera, a unos 60 Km. de Evian, en Anemass, poblado pintoresco cercano a Ginebra, en un extremo del lago, contenidos y controlados por la fuerza pública, se reúnen los ahora denominados alter-mundialistas –antes globalifóbicos según nuestro Zedillo- para tener su propia reunión contra-cumbre. Para conocer un poco el clima de lo que ahí se urde, Le Monde, periódico parisino, entrevista a Arístides Pedraza el líder anárquico-sindicalista que hace cabeza de la denominada Organización Socialista Libertaria. ¿Quién es el enemigo? le pregunta Afsané Bassir, la reportera, y contesta Arístides: “El capitalismo. El sistema de dominación que lo acompaña. Las violencias de Estado. La discriminación. La xenofobia. El enemigo es el G-8. Y nuestro mensaje al grupo es, como dicen los zapatistas: No queremos de su poder de Estado, sólo queremos poder”

¿Qué objeto tienen las manifestaciones? ¿Quisieran ustedes impedir la reunión del G-8? sigue preguntando Le Monde. Y la respuesta: “Somos un ejercito de soñadores. ¿Cómo quiere usted que podamos impedir la reunión cumbre de los ocho más poderosos del mundo. Si lo intentáramos con éxito la próxima vez se reunirán en casernas rodeados de sus militares, totalmente inaccesibles. No, queremos ganar la batalla en el espacio público. Nuestro objetivo no es ganar un lugar, sino instalarnos en el tiempo. Queremos que el tiempo de la cumbre sea el tiempo de la protesta. Queremos que la palabra crítica surja, que se instale y que forme parte del pensar común....”.

Hermosas frases. De soñadores.

30/05/2003

miércoles, 7 de mayo de 2003

México sangra y la autoridad ríe

“¡Ora México, sigue sangrando: Te conviene!!!”
Parece decir desde Europa el Secretario de Economía Canales Clariond.

Rodolfo Menéndez Menéndez, desde París, para Por Esto!

¡Ahora resulta que los mexicanos que emigran a los Estados Unidos forzados por la falta de oportunidades en el país, obligados por su condición de miserables, sin trabajo, sin otra esperanza que emprender el camino a norteamérica con todos los riesgos y calamidades que esto representa , no hacen más que ejercer sus “derechos humanos”. Tal vino a sostener a Europa, cínicamente, el Secretario de Economía, Fernando Canales, durante su reciente visita a París con motivo de la reunión anual de la OCDE, la Organización para el Comercio y el Desarrollo Económico!!

El Fígaro, uno de los principales y más influyentes diarios de Francia, publica el día de hoy la entrevista que Stephan Merchand le hace a nuestro ilustre hombre de empresa regiomontano, exgobernador de su estado, erigido Ministro de Economía no por sus méritos profesionales, ni por su acierto político y ni siquiera por su dominio de las cuestiones por las que hoy responde ante los mexicanos, sino únicamente por sus vínculos personales en el seno del poderoso empresariado del norte y por el precario equilibrio de fuerzas entre el panismo y el foxismo.

El cínico despropósito de nuestro brillante secretario respondió a la pregunta hecha por su entrevistador en el sentido de que si no consideraba un gran peligro para México la fuga continua de fuerza de trabajo hacia los Estados Unidos de Norteamérica. “Claro –responde iluminado nuestro talentoso funcionario- preferiríamos que no se fueran”. Sólo para rematar contundente: “Pero, ¡hay que reconocer que los flujos migratorios se inscriben en los derechos del hombre!”.

Y uno desde aquí como observador se pregunta: ¿Será posible tanto descaro, o tanta ignorancia, o tanta maldad, o tanta estulticia? Que el secretario de Economía –no cualquier funcionario de segundo nivel, sino el señor encargado de atender los problemas del desarrollo económico del país- venga a hacer el ridículo frente a los europeos que sólo aciertan a volver el rostro y esbozar una sonrisa irónica de pena ajena ante semejante respuesta, para después publicarla en sus periódicos haciendo referencia, por supuesto, al antecedente empresarial de Fernando Canales. Así: “FC, ministro de economía, antiguo gerente....”

Pero no para ahí la cosa. Para el representante de nuestro gobierno en esta última reunión de la OCDE, la presencia de 25 millones de mexicanos en Estados Unidos es algo grandioso ya que afirma lindo y orondo: “Para nosotros esos mexicanos representan un mercado esencial...” Bueno, con esta lógica, yo no sé que espera el presidente Fox para facilitar la salida apresurada de otros 25 millones de mexicanos. Al cabo que sólo se requiere que crucen el Rio Bravo para dejar de ser parias y volverse “mercado”.

Todo pinta bien para nuestro distinguido regiomontano: “Desde mi punto de vista –dice- ciertas tendencias son muy positivas. Los paises industrializados están colocando el desarrollo entre sus prioridades centrales. En México tenemos un excedente comercial apreciable y la inversión extranjera continúa llegando en cantidad al país y no sólo proveniente de los Estados Unidos, sino también de Europa. Veo a muchos hombres de negocios franceses que tienen proyectos en México!!” ¡Caramba Rodolfo, me digo, debemos congratularnos de que las cosas hayan cambiado tanto en los últimos dos meses desde que saliste de México!

El periodista entrevistador, socarrón, le dice en atención a esa respuesta: La economía mexicana está floreciente entonces!! “Bueno... –contesta el ministro- yo no diría eso. El crecimiento es lento, no más del 3% este año, mientras que hemos conocido el ritmo del 7% en la época del Presidente Zedillo, ritmo que el Presidente Fox espera alcanzar antes de que termine su mandato” ¡Vaya, vaya! Nos venimos a enterar en París del cambio oficial a los objetivos del gobierno. ¡Que lo sepan los mexicanos en este año electoral! Me parece todavía escuchar al candidato Fox en plena campaña presidencial......¿Cuál sería, quiero recordar, el ritmo de nuestro desarrollo económico bajo su mandato?

Oiga, le pregunta el periodista francés al de Monterrey, ¿su nexo comercial con los Estados Unidos no ha sufrido las consecuencias de la guerra de Irak, a pesar de la postura de México contra la intervención, parecida a la de Francia? “Nooo. Francamente no –contesta el otro- nosotros hemos mantenido relación a todos los niveles con los americanos. Me dicen mis interlocutores que no aprueban nuestra política pero que la respetan. Me han prometido que no habrá ninguna represalia comercial. Nuestra relación bilateral es de adultos. Claro, las represalias podrían venir de los consumidores, pero no hemos experimentado nada de esto”

“La interdependencia es considerable –continúa hablando el secretario mexicano, como si no hubiera dicho ya suficiente- después de Canadá somos el primer cliente y el primer proovedor de los Estados Unidos y aunque la China se esfuerza por quitarnos esa posición, la seguimos defendiendo con éxito. Ochenta porciento de nuestras exportaciones van a Estados Unidos; ochenta porciento de nuestras importaciones, de ahí provienen. El 66% de la inversión directa en México es norteamericana. Pero, lo esencial son los 25 millones de mexicanos que viven en el país del norte. Muchos de ellos -termina aclarando con gran elocuencia y estricto sentido histórico el señor secretario-, ya estaban alla a mediados del siglo XIX cuando una parte de México se volvió americana” (el subrayado desde luego que es mio)

Así, como lo están leyendo. ¡Inaudito! Estos son los hombres que tenemos en el gobierno. Estos son los hombres que hoy dirigen a nuestro país. Debo señalar que ante el virtuosismo del secretario Canales, hay una fuerte corriente política en París que está exigiendo del presidente Chirac que le pida a su homólogo Fox que transfiera a Francia a su ministro de economía. Aquí les hace mucha falta, parecen señalar. Lo quieren para el Cirque Soleil.


París 7 de mayo, 2003.

jueves, 10 de abril de 2003

Arqueólogos suicidas

Viñetas de la vieja Europa....

Intentona de suicidio colectivo... arqueólogos que se lanzan al Sena...!

Por Rodolfo Antonio Menéndez y Menéndez, desde París.

Está en las noticias del día. La primera página de Le Monde es testigo. Caso para atraer la atención de todos. Defensa de los intereses de un grupo. Válido y plausible, el gesto y sus motivos...

Saltaron al fin, desde uno de los puentes centenarios de este París que no deja de asombrar y deslumbrar. Desde el puente de Saint Michel, ahí frente a la isla de la Cité, de cara al Palacio de Justicia. Era un grupo de dieciséis arqueólogos. Una sola mujer entre ellos. Valiente y entrona. Valientes todos.

Por seis meses habían venido reclamando, airada y justificadamente, el absurdo de un proceso legislativo, de una disposición de este neoliberalismo rampante que aquí también quiere hacer de las suyas. Se le ocurre a Raffarin, Primer Ministro, aunque tal vez debería ser último, privatizar la actividad de la excavación arqueológica en Francia. Para ello desarrolla un proyecto de ley que revisa y modifica el estatuto legal de lo que aquí se llama la arqueología preventiva, la disciplina que organiza las excavaciones que anteceden a los grandes trabajos de acondicionamiento para la infraestructura.

El Ministerio de la Cultura, ni más ni menos, ha elaborado este proyecto de ley que prevé alterar la fuente de los recursos económicos que financian las excavaciones, dando entrada a las empresas privadas a este campo de la actividad arqueológica.

Dicen los suicidas en potencia: si este proyecto de ley, que desde hoy, 17 de junio, está en el Senado de la República, es aprobado, la actividad científica que nosotros realizamos desde el INRAP, Instituto Nacional de Investigaciones Arqueológicas Preventivas en francés, estará en grave peligro en el corto plazo. Se trata sin más cuentos de que nos dejarán en la imposibilidad de efectuar estudios serios y de publicar los resultados.

Simplemente, agregan estos suicidas heroicos, se trata de la desaparición de la investigación científica en arqueología. Nuestra profesión esta en riesgo, gritan desesperados desde el histórico puente parisino. Lo que sucederá ahora, siguen clamando los científicos, con la privatización del sector, es que surgirán una serie de empresas que se contentará con despejar los terrenos para que se haga en ellos lo que sea menester (en el interés del que más pueda, se entiende) ¡Claro, terminan diciendo, el costo de tal hacer será imbatible!

Bajo la mirada atenta de los bomberos que aquí son también agentes del rescate público, ubicados estratégicamente en la margen del emblemático río, dejando a un gran público reunido en torno a ellos en el pasmo y la angustia, saltaron al fin los valientes. Eran dieciséis. Una mujer. La cara de ella reflejaba su gran amargura. Su impotencia, agrego yo.


Según el relato de Pierre de Barthélémy, a quien su periódico, Le Monde, le concede primera plana por la nota, el grupo de valientes alcanza la margen del río sin ser interpelados por la policía. Se salvan pues de morir ahogados y se salvan también de una sanción de rutina. Está penado en París saltar al Sena. La cárcel espera a quien lo hace...y sobrevive. El que muere en el intento, ese, ese se salva siempre de la cárcel.

La dama, la única, secándose el cabello, ya a la salida del chapuzón, pies en el suelo firme del Quai des Augustins, confiesa sin salir de su quebranto: “Hace seis meses que nadie nos escucha”.

Uno de los manifestantes, ya frente al Senado francés, en el Palacio de Luxemburgo, no lejos del Puente de Saint Michel, en la margen izquierda del Sena, donde fueron a terminar su protesta, sin muchas ilusiones, ha colgado de su cuello un letrero que dice en letras manuscritas: “Un pueblo que pierde su memoria, es un pueblo que muere”

¿Qué sucederá? Lo sabremos más tarde.

Escúchalo México. Escúchalo INAH. Es un mensaje de la vieja Europa que por estas viñetas os hago llegar.