martes, 30 de diciembre de 2008

A Izamal (Canto Agónico)

"...Por razones personales que resultan evidentes en su obra, Izamal representó para el poeta un punto existencial de partida y de retorno. Hacia 1980, casi al final de la cuenta de sus días inició -pensando en verso- lo que pudiera considerarse como una recapitulación, una explicación para sí mismo y para el mundo, de su vida y de sus luchas. Miguel Ángel Menéndez fue, en efecto, un político en el que ardía, sin compromisos, la llama de la Revolución Mexicana. Su vida dio testimonio de su vocación, no sólo por las letras sino también por la lucha política y social. "A Izamal", poema inconcluso, es suficiente para mostrarnos en toda su intensidad el amor del poeta por México, por su pueblo y sobretodo por Yucatán."

A IZAMAL...


Te hablo con la verdad: me gustaría
que en esta vez no se me hiciera nudo
de lágrimas la voz, ni tartamudo
el verso en que refiero mi agonía:
quiero dejar el corazón desnudo
en tu regazo, madre mía.
Tú mi madre, la tierra encadenada
que encadenada sigue siendo nido;
tú mi novia la mar enamorada
y tú, trabajador maya vencido
que todo diste sin pedirnos nada:
vedme partir del roquedal querido.
Quien me vio batallar quizá recuerde
que jamás transigí con los tiranos;
que perdí juventud como se pierde
la gota puesta al sol de los veranos;
que arengué multitudes a la verde
sombra de los laureles itzalanos.
Que recorrí tu sitibunda tierra,
que no hubo brecha ni rincón oculto
donde mi ruda voz no alzará guerra.
Jugué la vida contra el amo estulto
sin otro auxilio que la suerte perra,
sin otro credo que el agrario culto.
Todo te dí: brazo, peculio, canto,
amor y fe en la Patria, fiel entero;
te dí todos mis treintas, te di el llanto
cívico, que es el llanto verdadero...
y reclamé justicia mientras tanto
la justicia se daba por dinero... 

Para más de Miguel Ángel Menéndez, en este Blog

domingo, 14 de diciembre de 2008

Biodiversidad en riesgo: Alerta para México

Foto de Reuters tomada de Le Monde
El periódico Le Monde , en una edición reciente, da la alerta para México: La biodiversidad de su cultivo básico, el maíz, está en riesgo. Un estudio de carácter científico conducido por investigadores mexicanos, americanos y holandeses ha demostrado que ya se presenta una contaminación genética proveniente de organismos artificialmente modificados, los famosos OGM's, entre las variedades tradicionales cultivadas en el estado de Oaxaca.
Esto, a pesar de la moratoria que había impuesto el gobierno mexicano en la utilización de semillas transgénicas de las que se teme -con aparente razón- que terminen destruyendo las características de origen que dan a ciertas apreciadas variedades de maíz mexicano su sello distintivo y original.
El resultado de esta destrucción sería una pérdida grave de la biodiversidad del maíz mexicano que ha podido preservar hasta la fecha las características genéticas de un número importante de variedades de esta gramínea, originaria precisamente de mesoamérica y que fue introducida a europa por los conquistadores en el siglo XVI.
"La cuna del maíz, México, contaminada por las OGM" (organismos genéticamente modificados), dice el encabezado de la nota del rotativo más influyente de Francia. Y la alerta que esta información plantea no podría ser más grave.
Elena Alvárez, del Instituto de Ecología de la UNAM, en colaboración con un grupo internacional de científicos ha llegado a esta conclusión, cuyo riesgo ya había sido advertido con anterioridad por biólogos de la Universidad de California, que desde el 2001 habían publicado un artículo controvertido señalando una contaminación de los maíces criollos, tradicionales de la región de Oaxaca, por los genes del RR (Roundup Ready), semilla producida por la transnacional Monsanto. En ese entonces, la información fue desestimada y los científicos norteamericanos terminaron acosados por los medios, aparentemente alentados por la empresa dominante en el mercado de los OGMs.
En esta ocasión, con un estudio más detallado, que ha sido o será proximamente publicado por la revista científica Molecular Ecology, el grupo de investigadores encabezado por la bióloga mexicana, demuestra suficientemente que el riesgo y la amenaza se han visto cumplidos y que por las prácticas agrícolas tradicionales que se siguen en Oaxaca y en general en México, pueden acelerarse en el futuro inmediato.
El estudio basado en análisis moleculares ha sido calificado de gran calidad por expertos en la materia y llama la atención el comentario de los investigadores en el sentido de que encontraron serias dificultades para publicar sus conclusiones, debido a la reticencia de los medios especializados de manejar la información "para no ataer excesivamente la atención de los medios sobre un tema del medio ambiente sensible políticamente".
La pregunta que se hace el medio de especialistas es de cómo, con la moratoria impuesta por el gobierno federal a la importación de semillas OGMs, éstas han podido migrar hasta lo más profundo de las montañas oaxaqueñas, sin mencionar desde luego su presencia en el Estado de Sinaloa, principal productor de maíz de México, y aún en Milpa Alta en la periferia de la Ciudad capital.
La respuesta que se da a este enigma en primera aproximación, es que ciertos agricultores poco escrupulosos han introducido ilegalmente las semillas transgénicas a México y también se señala con el dedo acusador a la firma Pioneer provedora importante de semillas de maíz híbrido que las pudo haber distribuido a los pequeños productores a través de los programas de ayuda gubernamental a los campesinos, hipótesis que se refuerza por el hecho de que aparentemente el 30% de las semillas que maneja Pioneer está contaminado por OGMs, de las que Monsanto ha impedido su etiquetación.
El caso concreto planteado en el estudio, es que un 1% de las tierras cultivadas analizadas en la investigación se encuentra ya afectado, lo cual es un porcentaje que definitivamente justifica la alarma ya que ocurre a pesar del veto a la importacfión existente.
Los autores del estudio llaman a reforzar las medidas de bioseguridad para ayudar a preservar las variedades nativas del maíz, sobretodo en México país que es el centro del origen y en el que existe, hasta la fecha, posiblemente la más elevada diversidad genética de la gramínea en el mundo, diversidad que sería una tragedia ecológica que se perdiera.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Sefarditas y moros siguen en España.... (¡Oh sorpresa!)

La expulsión de los sefardíes. Emilio Sala Francés, pintor español del siglo XIX.

Por Rodolfo Menéndez.
A mi amigo Eduardo Lliteras (el Moro de las Baleares).

De como la ciencia trastoca el curso de una novela en ciernes.

Estoy escribiendo una novela que tal vez no termine nunca.
Es una historia de judios. Va más o menos así: Presumiblemente mi propia familia, hace poco más de 500 años. Estábamos siendo inamistosamente despedidos de la península Ibérica por Tomás de Torquemada. Órdenes de los Reyes Católicos, se nos había dicho. Había que irse o convertirse. Había que abandonar todo.

Teóricamente disponíamos de algún tiempo para "vender" el patrimonio familiar tan duramente forjado. Pero la presión aumentaba día a día. Los moros habían sido finalmente derrotados y supuestamente evacuados de los últimos territorios ocupados en los alrededores de Córdoba donde vivíamos. Habíamos perdido ya muy buenos y viejos amigos de entre la morería, que decidieron regresar al norte de África a lugares que ni siquiera conocían puesto que ellos, sus familias y aún sus antepasados, no habían salido de España en las últimas quince o veinte generaciones, al decir de algunos. Para ese entonces, recordémoslo, los musulmanes del norte de África llevaban viviendo en la península más de setecientos años.

Ahora, nosotros, sefardíes, es decir judios españoles, que históricamente habíamos llegado a Iberia desde el año 100 DC, provenientes del Medio Oriente, en calidad de esclavos de los romanos, y que con el tiempo habíamos logrado nuestra libertad, tendríamos que afrontar lo mismo. Otra vez ser parias. Una nueva diáspora. ¡Irnos! Abandonar todo, la raiz, el suelo, el patrimonio. Perderlo todo, mal vender lo material o regalárselo a los amigos del férreo inquisidor, Torquemada, a cambio de promesas de salvoconductos.

¡Ese miserable inquisidor que tanto odio nos tenía! Tal vez por ser uno de los nuestros, despechado, ofendido profundamente porque siempre lo habíamos despreciado por corrupto. Pero ahora él tenía el poder y el respaldo total de los Reyes que nunca como ahora se habían hinchado de arrogancia. Se habían olvidado ya de todo lo que habíamos hecho por ellos a lo largo de los años y exigían nuestro retiro para "purificar" su reino recientemente ampliado y para obsequiar el deseo, tambien, de quien los patrocinaba, el Estado Pontificio.

¡Condición humana! juzgaba el abuelo, Isaías, patriarca sabio de la familia, que no cesaba de lamentar la suerte que nos había deparado el destino. ¡Expulsados de nuestra propia patria! Bueno, decían algunos de los parientes más pragmáticos: "No tenemos que irnos. Podríamos convertirnos". Abandonar nuestra religión, o aparentar hacerlo. "¡Indigno!", decían otros. Y así, día a día, conforme se acercaban los plazos que nos habían dado se iba escindiendo la familia. ¡Y así se escindió la familia! Aquella mi gran familia que en un tiempo parecía unitaria en nuestras creencias, indivisible, solidaria.

Detengo ahí mi relato. Seguiré más tarde escribiendo mi novela que quizá no termine nunca. Mientras, recojo la noticia que nos trae un estudio de la "Sociedad Americana de Genética Humana", publicado apenas ayer en su revista, que arroja un dato interesante soportado por evidencia científica lograda mediante estudios genéticos practicados en una muestra poblacional representativa de la demografía española. Resulta, conforme a este estudio, que aproximadamente el 30% de los españoles (son poco más de 46 millones hoy en día), es decir, estadísticamente, cerca de 12 millones, tienen legado genético moro (ca. 10%) o sefardita (ca. 20%). El País diario español se hace eco de esta novedad científica y la reporta en su edición de hoy.

Para los personajes de mi novela ese dato resulta tan revelador como abrumador. Dramático ciertamente. Se estimaba que la comunidad de los nuestros, sefardíes, era al final del siglo XV, de unos 500 mil integrantes. Hoy, en España vivirían, conforme a los datos aportados por el estudio que se reporta, cerca de 9 millones "herederos" de aquella escición y descendientes hipotéticamente de los que decidieron quedarse y "convertirse" por las buenas o por las malas.

En la novela, la rama de mi familia que conduce a mí, salió dejando todo lo dejable y tomó el rumbo de las Américas. Subrepticiamente debo añadir, porque no teníamos derecho a ello y por tanto, poco después, también hubimos de fingir. De convertirnos. De amarranarnos.

Sin estos datos hoy publicados, los demógrafos han considerado que la población sefardita en el resto del mundo es de unos dos o tres millones de personas. Claro, no estamos incluidos -porque eso nadie lo sabe todavía- todos los que dejamos de ser judíos de religión, pero que no pudimos, ni podemos, desprendernos del legado genético, para asimilarnos mejor a las sociedades que nos recibieron. Y el número puede ser muy importante. Faltaría esa información, es cierto. Pero lo que para mi novela -sus personajes y su desarrollo- es evidente, es que muchísimos de los que se pensaba habían salido como los míos, pues no lo hicieron. Ahí se quedaron. Conversos o en el fingimiento, que los llevaría al cabo del tiempo y las generaciones que siguieron, a la conversión de todas maneras. Y también que hoy, quinientos años más tarde, unos y otros, los conversos tempranos y los tardíos, ya sin memoria del origen, son en su mayoría súbditos de Roma. ¿Que diría el abuelo Isaías? ¿Que le aconsejo que diga?