sábado, 21 de junio de 2003

El día de la música en París

Viñetas de la vieja Europa

París es una fiesta...

Por Rodolfo Menéndez y Menéndez, desde París

Hoy es 21 de junio. Solsticio de verano. Empieza la temporada estival en el hemisferio. París a 31º C. Marsella a 40. Lyon a 37, igual que Burdeos. Ni una nube en el cielo del territorio todo de la Francia. Ni una sola. El sol es rey por este día. Amaneció temprano, anochecerá tarde, hacia las 10:30 PM. Es el día más largo del año. París es una fiesta.

Para festejar al verano que llegó puntual a la cita, hoy es la fiesta de la música. Aquí y en muchas ciudades de Francia y también en otras partes, pero aquí particularmente. En su versión 21, se celebra hoy en París, con música, con toda la música y en todos los rincones de esta esplendorosa ciudad, la llegada del verano, la llegada del calor y del color, de las vacaciones, del descanso anual, de un nuevo ciclo. Todo eso se celebra con la música en esta fiesta de París.

Calor y color, es cierto. En estas ciudades de la vieja Europa donde el gris es el tono que prevalece y el frío el ambiente que domina, resultado del clima y de la nube, se siente una eclosión de colores en estos que son los pocos días en que manda el sol. Hoy es uno de ellos. El verde es más verde y hay muchos verdes. Parques, jardines, plazas, camellones, todos, en toda la ciudad, adornados de mil colores de mil flores distintas. Amarillo intenso, rojos violentos, naranjas, azules. Y hoy la música. Todo el día la música. París es una fiesta.

Hace veinte años, hoy se cumple el veintiuno, algún genio tuvo la ocurrencia de festejar con música la llegada del verano. Se le ocurrió combinar la luz, el color, el calor, la música y París. La fiesta es fiesta cuando la gente quiere. Y aquí la gente quiso. Hoy la gente quiere. Un millón y medio, dos millones, así se estima, de parisinos deambularán hoy por las calles de la ciudad. Sin decir que no soy de aquí, hoy soy uno de ellos. El Metro es gratis, el autobús también. Cada cual lleva el vino que le conviene. Yo llevo una botella de Saint Emilion.

“C’est le été et c’est la fête....(Es el verano y es la fiesta)”, dicen hoy sábado los periódicos de París. En todos sitios, en las plazas, en los figones, en los teatros, en los jardines, de la Bastilla al Campo de Marte, de la Plaza de la República hasta los Campos Eliseos, del Bosque de Bolonia al cementerio de Père Lachaise, en la Place de Vosges, en todo el Marais, en Montparnasse, Pigalle, la Concordia, las Tullerías, la torre Eiffel y ciertamente el Sena, a todo lo largo del Sena. Ni que decir del barrio latino. París es una fiesta el día de hoy.

¿Qué música? ¡La que usted quiera! La suya si así le place. El jazz, el rock, la clásica, la salsa, el tango, la rumba, el flamenco, el funk, el groove, la electrónica, la canción, la canción de ayer, la de hoy, la de mañana...., hasta el mariachi, válgame Dios! De todas partes del mundo. Cuba, la Costa de Marfil, Alemania, Portugal, Nuevo Orleáns, Italia, Brasil, Australia, Rusia, corales, sinfónicas, bandas, quintetos, gaitas, violines, trombones, guitarras, piano, clarinete, el fagote. Cantantes jóvenes, artistas conocidos, vedettes de toda laya, rockeros, cantautores. Todo mundo. Todo el día, desde las once están sonando las trompetas. Olvidé checar si algún trío tránsfuga de la Plaza Grande de nuestra Mérida llegó a la cita. Espero verlos. No hay horarios, es todo el día hasta llegar la medianoche. Música que es fiesta, que exalta y que vincula. Todo hoy es música en París.

Yo ya me voy. A la música me voy. Ahí están las notas del jazz. Por mi ventana abierta al parquecito Brassens llegan esta mañana inaugural del verano las notas que me llaman. Con mis bermudas y mi gorra beisbolera, la camiseta de Cancún que le robé a Julia, mis zapatos tenis, mi bici y la botella de vino que me compré, yo ya me voy. Voy a pedalear (la bici) hasta donde pueda. Hasta donde me deje el sol. Tuve suerte. Tengo suerte. Estoy aquí. Esta fiesta de París es para mí. Con ustedes la he querido compartir.
21/06/03

viernes, 20 de junio de 2003

Europa busca la unidad

Viñetas de la vieja Europa

En busca de la unidad: Una nueva Constitución.

Por Rodolfo Antonio Menéndez Menéndez, desde París

A orillas del mar Egeo, cerca de Tesalónica, en plena canícula continental, se reúnen mañana los jefes de Estado de los quince miembros actuales de la UE junto con los representantes de los otros diez países que, a partir de mayo de 2004, se integrarán también a esta Unión de la “vieja” Europa. Se quieren dar una nueva Constitución que regule mejor su funcionamiento. Los tratados anteriores, desde el fundacional, el de Roma, ya quedaron chicos. La actualización se impone. Buscan la unidad. La unidad que les hace falta y que es la esencia de su potencial fortaleza.

Este esfuerzo de darse un nuevo estatuto jurídico que modificará sustancialmente el funcionamiento institucional de la Europa unida ha sido conducido por una Convención que lleva más de quince meses trabajando en el proyecto que alterará, de una forma o de otra, el porvenir de 25 países y de cerca de 450 millones de seres humanos que los habitan.

En diciembre de 2001, el Consejo Europeo, órgano rector de la Unión, encargó a una Convención el preparar los trabajos relativos a este proyecto constitucional. Denominada Convención sobre el futuro de Europa y puesta bajo la presidencia de Valery Giscard d’Estaing, ex – presidente de Francia, tendría como tarea principal enfrentar tres desafíos: ¿Cómo acercar a los ciudadanos y particularmente a los jóvenes al proyecto y a las instituciones europeas? ¿Cómo estructurar la vida y el espacio políticos europeos en una Unión ampliada? ¿Cómo, finalmente, hacer de la Unión un factor de estabilización y una referencia en el nuevo mundo multipolar? ¡Menudos desafíos!

La Convención debería buscar el camino para lograr una mejor distribución de las tareas y de las competencias entre la Unión y sus Estados miembros a fin de hacer más clara la relación, de simplificarla y de ajustarla a las condiciones actuales. Debería también introducir en una nueva “Constitución para los ciudadanos europeos” elementos que simplificaran los instrumentos de gobierno de la Unión y que dieran más transparencia, más democracia y más eficacia al funcionamiento de las instituciones de la Unión.

Este pasado 13 de junio, en Bruselas, en el hemiciclo del Parlamento Europeo, el trabajo de la Convención resultado de estos quince meses de trabajo imaginativo, de arduas negociaciones y de redacción, fue presentado y aprobado por la propia Convención, durante la ceremonia de clausura de sus trabajos. Los ciento y tantos constituyentes, miembros de la Convención escucharon emocionados el Himno de la Alegría, de la Novena Sinfonía de Beethoven, que es también el himno de la Europa unida, en la ceremonia de clausura de sus trabajos. El grupo de europeos ahí presentes no escondió su orgullo ni su emoción. De aprobarse el documento que han preparado por las instancias que siguen, habrán dotado a la vieja Europa de una nueva Constitución que regirá los destinos de su unidad.

Mañana, en la Grecia milenaria, bajo cuya presidencia ha operado estos últimos seis meses el Consejo Europeo que cambia de cabeza dos veces al año (por cierto, esta es una de las innovaciones que se proponen: darle al Consejo una Presidencia más estable que permanezca dos años y medio en funciones), el grupo de mandatarios reunidos recibirá el proyecto de Constitución. Dura prueba para Valery Giscard d’Estaing quien a sus 76 años de edad, tendrá cuatro horas para hacer su presentación e intentar convencer a su auditorio, para salir después del recinto, en donde se realizará la reunión solemne de los 15 Jefes de Estado, a fin de dejarlos deliberar en torno a su trabajo.

Documento producto del consenso, la nueva Constitución no deja felices a muchos. Ya la prensa anuncia desde hoy el deseo de España, de Polonia (que será de los que recién llegarán) y de Austria de introducir enmiendas en la propuesta. Temen algunos que bajo los nuevos postulados se haga más intensa la influencia de los países grandes como Francia y Alemania. La Convención autora se defiende diciendo que para mantener la integridad y el precario acuerdo conseguido es imperativo no alterar el texto que se presenta. Habremos de ver.

La propuesta no conduce ciertamente a unos Estados Unidos de Europa. Está lejos de llegar a ello. Ni siquiera es el propósito. Pero finalmente parece ser que sí es mucho más que una compilación mecánica de los cuatro tratados previos, desde el de Roma, que llevará, al ser adoptado, a una Europa más coherente, más unida y más eficaz en su intención de convertirse en otro polo de este nuestro mundo contemporáneo.

En el preámbulo del texto constitucional que mañana empezarán a debatir los Estados miembros de la Unión se dicen cosas contundentes: “...la Europa es un continente portador de la civilización cuyos habitantes venidos por oleadas sucesivas desde las primeras épocas de la humanidad han desarrollado aquí progresivamente los valores que fundan el humanismo, la igualdad de los seres humanos, la libertad, el respeto a la razón.....”

“...Los pueblos de Europa, manteniéndose orgullosos de su propia identidad y de su historia nacional, están resueltos a rebasar sus antiguas divisiones y, unidos de una manera cada vez más estrecha, a forjar su destino común...”

“...En la certidumbre de que unida en la diversidad, Europa ofrece la mejor oportunidad de continuar, en el respeto de los derechos de cada uno y en la conciencia de sus responsabilidades con respecto a las generaciones futuras y del Planeta, la gran aventura que hace un espacio privilegiado de la esperanza humana.”

Entre octubre de este 2003 y marzo del 2004 la Conferencia intergubernamental (los 25 Jefes de Estado y de Gobierno) adoptará el texto definitivo después de las enmiendas que resulten. El 1 de mayo del 2004 entrarán en pleno derecho los 10 nuevos miembros de la Unión Europea y se firmará en Roma el nuevo tratado constitucional. A partir de 2004 y hasta el 2006 la nueva Constitución se adoptará por referéndum o por la vía parlamentaria, en los 25 países europeos. En ese año de 2006, a principios, deberá entrar en vigor el nuevo Tratado de Roma.

Así, paso a paso, con la lentitud que a veces nos desespera a los mortales pero que permite consolidar lo que se crea, la vieja Europa nos esta dando lecciones de sentido común, de visión del futuro y de esperanza, a todos nosotros los jóvenes del mundo incluyendo al Imperio. ¡Que vaya por buen camino su proyecto! Los seguiremos observando.
junio 2003

viernes, 6 de junio de 2003

El mundo contra los ocho

Ellos son 8, nosotros millones

Rodolfo Antonio Menéndez Menéndez, desde París.

“Ellos 8, nosotros millones”, con esta leyenda que parte de la quintaesencia de la democracia se abanderan los “alter mundialistas”, globalifóbicos les llamamos nosotros, reunidos en los alrededores del lago Leman, en esta manifestación multitudinaria que pretende hacer la contra al Grupo de los Ocho*, cuya reunión cumbre ha empezado hoy domingo en Evián -el lugar de las aguas- arrinconados entre los majestuosos Alpes, el lago Leman -compartido geográficamente por Suiza y por Francia- y esta muchedumbre en su mayoría de jóvenes que es retenida, controlada y contenida por unas “fuerzas del orden” tri-nacionales (Alemania que participa con mil soldados, Suiza presente a regañadientes y sólo por ser vecina y Francia, país anfitrión.

Los organizadores de la reunión quieren evitar los problemas del pasado. Hace dos años en Génova, la multitud “globalifóbica” que alcanzó la cifra de 200 000 manifestantes, los alter mundialistas, se enfrentaron con violencia a la policía italiana. Se dio la represión. Hubo un muerto. El año siguiente, en el 2002, el G-8 fue a refugiarse a un sitio aislado e inaccesible de las Rocallosas canadienses. Ahora, en Francia, un ejército de policías y de soldados armados hasta los dientes con apoyo logístico nunca visto, incluyendo aviones de caza, helicópteros, tanques, sin faltar los perros anti-manifestación y un efectivo de diez mil elementos, han puesto a Evián en verdadero estado de sitio. En círculos concéntricos se han establecido cuatro perímetros de seguridad que cubren la superficie íntegra del Lago Leman. Desde Ginebra hasta Lausana, cubriendo todos los puntos fronterizos, la mayoría de los cuales se han cerrado, hay vigilancia especial y desde hace semanas el lugar de la cumbre, Evián, particularmente el Hotel Royal, ha estado sujeto a un acceso absolutamente restringido para evitar infiltraciones.

Las reseñas periodísticas dan cuenta del miedo que se apoderó de Ginebra, ciudad normalmente muy activa y vital. Sus habitantes optaron por seguir las recomendaciones de las autoridades de tomar sus vacaciones en torno a estos días de la reunión y han dejado la ciudad con un aspecto de abandono total. Comercios con las cortinas abajo. Aparadores vacíos. Bancos cerrados. Oficinas desiertas. Vientos de pánico. Parece increíble. Desde hace tres semanas se habla de manifestaciones multitudinarias. Se ha mencionado la cifra de los 300 000 participantes que espera la policía local y para contener a los cuales se ha venido preparando. Más vale prevenir que lamentar, dicen los responsables de mantener el orden, quienes realmente ignoran la intensidad del movimiento y el número de los alter mundialistas que vendrán en caravana a manifestarse al barrio donde se encuentran localizadas las oficinas de varias instituciones internacionales entre las que destaca como blanco prioritario de las marchas de protesta, la de la Organización Mundial para el Comercio (OMC).

Se dice que una lista con más de 300 nombres de anarquistas identificados por su actitud violenta y que han participado ya en anti-cumbres previas ha sido circulada y las instrucciones giradas a los puntos fronterizos abiertos para evitar que tales personas entren a Suiza. En Lausana, por ejemplo, ciudad donde se alojarán los doce jefes de estado de los países emergentes invitados, la policía ha prohibido el uso de máscaras, capuchas y pasa-montaña, como reacción a la negativa de muchos grupos de anarquistas de actuar en el sentido de la petición de las autoridades suizas de hacer convocatorias abiertas a los miembros de sus grupos en contra de la violencia. A los comercios se les han girado instrucciones concretas para que no se muestre en sus aparadores nada que pueda ser identificado como objeto de lujo, representativo del gran capital o que tenga vínculos ostensibles con los países anglo sajones. En fin, verdadero ambiente de miedo.

Y, ¿quiénes son estos mentecatos, desordenados, agresivos, anarquistas, encapuchados, temibles granujas, de los que tenemos que protegernos? En su inmensa mayoría jóvenes de entre 18 y 30 años de edad, venidos de los cuatro confines de la “vieja” Europa y algunos de allende el Atlántico y el Mediterráneo, en toda suerte de vehículos públicos y privados, para sostener cerca de los poderosos reunidos en Evián, un punto de vista alterno respecto del mundo al que se aspira. Rechazan el gobierno mundial de los más ricos. Vienen aquí, la mayor parte de ellos estudiantes muy cerca ya de las fechas de sus exámenes finales en el ciclo escolar que está a punto de concluir, dentro del calendario escolar europeo, a hacerse oír. Quieren denunciar, aprovechando la presencia de los líderes de los países poderosos, las desigualdades y las injusticias del sistema económico mundial. Quieren ofrecer alternativa. Quieren saber de alternativa. Aspiran a la democracia radical. Son los soñadores de siempre. Son miles. Cientos de miles aquí. Representantes de los “millones” frente a los 8. Son ellos, nosotros mismos, ayer. Ayer hace 25 años para los de mi generación.

Están aquí en tiendas de campaña o durmiendo a cielo abierto, aprovechando la onda cálida que invade Europa occidental en estos días. Beneficiándose de los 28 grados centígrados con que natura ha querido obsequiarles en apoyo a su causa. Se reúnen para dormir en pequeñas comunidades en torno al aeropuerto de Anemass, cerca de Ginebra, donde las autoridades acondicionaron grandes explanadas para darles acogida. Algunos se fueron a los bosques cercanos estableciendo “villas” efímeras con nombres sugestivos: Pueblo Intergaláctico, se llama uno. Pueblo Anticapitalista, otro. Y en cada uno la energía acumulada suficiente para activar las armas más destructivas o para impulsar el cambio, la transformación hacia una sociedad más justa. Ahí están los líderes del mañana.

Nuestro mensaje es uno, parecen decir a coro, “la democracia que ha servido para elegir a los 8, no debe ser la democracia que autorice las guerras, ni la injusticia, ni la desigualdad, ni el hambre, ni la muerte de millones, incapaces de curar su enfermedad de siempre: la miseria”



*Nota. El G-8, Club de los países más industrializados, está integrado por los Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Japón, Italia, Alemania, Francia y Rusia, siendo esta última en su circunstancia actual la que menos atiende a los criterios de alto desarrollo industrial y poderío económico con que los ocho se han querido unir en un grupo de análisis y reflexión para revisar anualmente la coyuntura económica del orbe. Ya me han señalado que en mi anterior entrega a Por Esto! escribí que España era parte integrante de este grupo. Esto es incorrecto y fue un error de mi parte. Para la reunión que inicia hoy, por iniciativa del presidente de Francia, Jacques Chirac, en quien recae por esta ocasión la coordinación de la cumbre, fueron invitados trece países del sur, de los llamados emergentes, entre los cuales México, Brasil, China y la India. El presidente de Argelia, uno de los trece invitados, no pudo asistir por la situación que afronta su país después de los recientes sismos que lo afectaron. Por ello, en este caso, el G-8, será por una vez el G-20, mucho más representativo, ya no sólo del poderío industrial del mundo sino de su población y de la riqueza generada por la humanidad. En efecto entre los 20 países que hoy se reúnen en Evián se cuenta el 80% de la población mundial así como el 80% de los intercambios comerciales del mundo y el mismo porcentaje aproximadamente del producto bruto de la economía del orbe.

martes, 3 de junio de 2003

La visión multipolar Vs. la unipolar

El G-8 visto desde Europa. La visión multipolar vs. la unipolar.

Por Rodolfo Antonio Menéndez Menéndez, desde París, para Por Esto!

En el fondo y en primer plano, está la pregunta de cómo resolver el problema de la desigualdad del desarrollo en el mundo contemporáneo. ¿Cómo lograr que cerca del 20% de la población del mundo, mil millones de seres humanos, resuelvan su problema de hambre crónica y su realidad de tener que vivir con ingresos menores a un dólar diario? Este es el dilema crucial que enfrenta el G-8 en su reunión anual ahora en Evián, Francia. Pero para el infortunio de la mayoría de la población del mundo, éste no será el tema central de la reunión cumbre que se realiza estos días, sino sólo, si acaso, la música de acompañamiento.

Desde 1975 -entonces G-5 ya que ni Italia, ni Canadá, ni Rusia estaban integrados- por iniciativa del entonces presidente francés Valery Giscard d’Estaing, el grupo de países llamados industrializados se viene reuniendo anualmente para reflexionar esencialmente sobre el problema del desarrollo económico. En ese ámbito elitista se buscan los ajustes que ha menester el estado de la economía del mundo para que su funcionamiento sea mejor.

Nunca, desde su fundación, relatan los que saben, se había reunido el grupo con vientos tan fuertes de discordia entre sus miembros. Irak hace la diferencia. Las soluciones del mundo han de ser planteadas bajo la perspectiva del líder omnímodo, del que puede, del que tiene los medios: así está pregonando con los hechos el presidente de los Estados Unidos, George Bush. A esta visión unilateral se opone el criterio de que los problemas hay que atacarlos colectivamente, a través de los mecanismos y las instituciones que se han venido diseñando para ello en los últimos tiempos, particularmente en la segunda mitad del siglo pasado. Jacques Chirac, presidente de Francia, encabeza a las naciones que sostienen este criterio de pluralidad.

Para muchos observadores el multi-lateralismo que pudieron haber admitido y consecuentado los Estados Unidos hasta la administración de Bill Clinton, ha dejado de ser una opción realista. El once de septiembre de 2001, con todo su dramatismo, habría legitimado, según estas versiones, el uso del mando unilateral, indisputado. Si así fuera, cuánto más daño le habrán infligido al mundo los terroristas responsables de tan execrables actos que las consecuencias directas e inmediatas de los mismos.

No hay duda que el mundo se volvió económicamente unipolar. Estados Unidos no tiene hoy competencia en el mundo. No desde el ángulo de su poderío económico. Ni la Europa de los quince, que pronto será de los veinticinco, ofrece contrapeso real a la imbatible maquinaria americana a la hora de medirse las fuerzas en el terreno de los eventos económicos. Con esa fuerza quiere el presidente Bush actuar sin obstáculos en la solución de los problemas del orbe. Como en Roma hace dos mil años el emperador actuaba, así pretende el unilateralismo actuar en el mundo contemporáneo. Con la misma impunidad que benefició al imperio por varios siglos, así el nuevo emperador desea ejercer su poderío.

Así las cosas, vienen una vez más a reunirse los que más pueden. El presidente Chirac, aprovechando su capacidad como organizador en turno de la cumbre, ha querido imponerle a Bush su visión multipolar trayéndole el sur a la mesa. Con la presencia de quienes representan menos, pero representan a más, los países emergentes, pretende el jefe de estado francés hacerle ver a su homólogo norteamericano, por la vía del lenguaje diplomático, que es necesario oír y más aún, que es necesario escuchar, a los demás para que las soluciones se diseñen en conjunto. Revisando en Evián temas y asuntos que de otra forma no habrían sido, tal vez, tocados por los participantes tradicionales, la presencia de los pobres –aunque no sean ciertamente los más pobres- contribuye a adoptar la visión plural que conviene al multilateralismo. Dos botones de muestra.

La presencia del presidente Shintao de China ha abierto en la prensa Europea el debate sobre el papel de Beijing en el mundo. ¿Se podrá hoy –se cuestionan todos- tomar decisiones globales sin la participación del coloso de oriente? Hablamos ahora de esta China en vías de transformarse en potencia económica y que ya no rechaza, ni desdeña, como antes lo hacía, al club de los más ricos. Su participación en Evián, sin reservas, lo confirma.

Aún en la ausencia del rey Mohamed VI, de Marruecos, quien después de haber aceptado la invitación, a última hora decidió no participar, el G-8 vio abierta su discusión central al tema de la situación en el continente africano que desde el punto de vista de la salud, de la alimentación y desde el ángulo humanitario representa seguramente el más importante reto para la comunidad internacional en la actualidad.

Parecería hasta aquí que la partida diplomática la gana la experiencia y la visión de estadista de Chirac. Pero, ¿cómo ha respondido Bush antes, durante y después de Evián?

En primer lugar debe destacarse que el presidente norteamericano no pasará más de veinte horas en Francia, habiendo decidido retirarse de la reunión de Evián aún antes de la cena de hoy lunes por la noche, considerada como la más importante de la cumbre de los 8. La delegación americana salió para Egipto prematuramente, desde el punto de vista del desarrollo de la reunión en Evián. Fue claro como Norteamérica quiso restarle importancia a su cita en el contexto del G-8.

Pero en lenguaje diplomático, más importante aún, a juicio de los expertos, es que el presidente Bush haya querido expresar las prioridades de su país para con la Europa fuera del marco de Evián. En efecto, escogió para ese propósito su discurso en Cracovia aún antes de encontrarse con los líderes del continente europeo, quitándole así importancia relativa a la reunión organizada por el presidente Chirac.

La evidencia final parece encontrarse, para el análisis de la prensa influyente de Francia, en lo que fue la denuncia expresada ayer por Bush, de aquellos, que en principio plantean el antagonismo euro-americano, ya que bajo la amenaza terrorista.... “es mal momento para dividir una alianza superior”. Agregando después, “No se debe permitir que una rivalidad en la teoría venga a sabotear los principios y los deberes que nos reúnen. Cuando América y Europa están unidas, no hay ni problema ni enemigo que pueda resistirnos”

Más claro no canta un gallo. A la luz y en los ojos de la “vieja Europa” los poderosos están divididos. ¿Qué será, ¡ay! , qué será de nosotros los débiles?