viernes, 30 de mayo de 2003

El grupo de los ocho en Evian

En Evian, Francia el Grupo de los Ocho será por un día de los Veinte ¿Para qué?

Por: Rodolfo Antonio Menéndez Menéndez, desde París para Por Esto!


Dentro de dos días, el domingo 1 de junio, se inicia en Evian, Francia, la cumbre anual de los poderosos, el G-8, bajo la presidencia francesa cuyo turno quiere ser aprovechado por Jacques Chirac, Presidente de la República, para enviarle al mundo un mensaje de confianza. Y también, hay que decirlo, para intentar ponerse de acuerdo en cómo reactivar la decaída economía del mundo, no sin olvidar el tema que está ciertamente en la agenda escondida de Francia y en su preocupación más evidente: restablecer el vínculo de armonía y amistad con el gobierno del Presidente Bush, roto por la postura de Chirac frente a la invasión anglo-americana de Irak.

Los Estados Unidos, Gran Bretaña, Italia, España, Francia, Alemania, Canadá y Rusia son los miembros de este Club privilegiado del poder. Del poder económico y del poder político del mundo contemporáneo. Países industrializados del norte todos, se reúnen en esta ocasión con una agenda que como siempre es de carácter económico pero que ahora se reviste también de propósitos políticos bien definidos: curar las heridas producidas entre ellos por la disidencia en el conflicto iraquí.

En efecto, desde antes de la guerra surgen dos tendencias opuestas entre este grupo de socios actuales, el multilateralismo pretendido por Francia y Alemania y el unilateralismo impulsado por la potencia hegemónica de los Estados Unidos. En este contexto, singular y grave, ha querido la Francia de Chirac hacer a un lado en la agenda de la reunión que se avecina el tema de Irak y en ese propósito, como en la crisis, están acompañándola Rusia, Alemania y el Canadá que se ven opuestos al grupo encabezado por el presidente Bush seguido de sus aliados firmes, la Gran Bretaña de Blair, la España de Aznar y la Italia de Berlusconi, los campeones del neoliberalismo.

Para ello, para reorientar un poco el polarizado ambiente en el que se da la reunión de Evian, para abrir las posibilidades de diálogo, el presidente francés tomó la iniciativa de convocar a los dirigentes de las grandes organizaciones multilaterales como la Organización de las Naciones Unidas, la Organización Mundial para el Comercio, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Así mismo invitó a los Jefes de Estado de China, de Suiza (la vecina y gran afectada por la organización de la reunión en su frontera con Francia) y de varios países del sur: Brasil, México, India, Arabia Saudita, Marruecos, Malasia, Senegal, Nigeria, África del Sur, Egipto y Argelia cuyo presidente atrapado por los sismos recientemente ocurridos en su país se ha excusado de no poder asistir.

Así, el G-8, que reúne a quienes representan el 50% de la riqueza mundial, se convierte por un rato en el G-20, ahora representativo del 80% de la riqueza del mundo en términos del Producto Bruto, de los intercambios comerciales y más significativo aún, de la población. Ocasión singular sin duda para debatir el tema central de la reunión que ha sido identificado como el del “Crecimiento y Cooperación Internacional”. Desde la marginación y el estancamiento otros países del orbe deben estarse preguntando ¿servirá para algo esta misa que se dibuja ya como pieza importante de la liturgia del mundialismo –de la globalización- tan en boga en estos tiempos que corren?

Ese pequeño rato del domingo próximo en que se reunirán en el famoso -por su agua de manantial- balneario francés situado a orillas del lago Leman y a espaldas de los imponentes Alpes, en que estos líderes del mundo se sentarán en torno a una mesa común, rodeados de un impresionante aparato de seguridad constituido por más de quince mil miembros de las policías y aún de los ejércitos de Francia, Suiza y Alemania, que no sólo protege sino que además aísla y confina a estos dirigentes, ese pequeño rato será suficiente, se pregunta uno, no ya para cambiar el rumbo ominoso de nuestra sociedad mundial, sino aunque sólo sea para alterar en un ápice la suerte de los miles de millones de pobres que sumidos en la ignorancia ni siquiera saben de esta reunión en la que irónicamente muchos de ellos, se dice, estarán representados.

Sí, es cierto, no es el propósito de una tal reunión el cambiar los destinos del mundo. Muchos sospechamos que el mundo no cambia como efecto de las reuniones de sus dirigentes, también es cierto. Pero el optimismo gesta el deseo de milagros. El optimismo o la esperanza. Esa esperanza que nutre, ella sola, la vida cotidiana de tantos y tantos seres humanos miserables que siguen esperando que el resultado del “crecimiento y la cooperación internacional” les alcance en algún recodo de su camino de pobreza, de su camino sin disyuntivas, sin desarrollo y sin cooperación.

El domingo se producirá el encuentro de los 20. Los miembros del Club se alojarán, cual corresponde, en el Hotel Royal de Evian, construido por la realeza inglesa a principios del siglo XX para que sus miembros descansaran en ese rincón maravilloso de la naturaleza alpina frente a un lago de ensueño, lejos del mundanal dolor y de las asperezas de su realidad. Los invitados, nuestro Fox y el Lula brasileño, entre los otros, serán hospedados del otro lado del lago, en Lausana, en la Suiza co-anfitriona -sin haberlo querido-, cuya orilla se alcanza a ver en los días claros desde el Hotel sede. Ellos serán trasladados al lugar de la reunión, con los verdaderamente poderosos, en lanchas rápidas o en helicóptero. No se trata de que permanezcan todo el tiempo. Sólo un rato, el domingo. Lo demás, lunes y martes, es para los oídos de los más fuertes, sólo para aquellos que en conjunto dominan al mundo. Aunque el mundo no quiera.

¿Propuestas de los invitados para los alcances de la reunión? Sí, hay varias. Sobresalen dos por su significado: la de Lula que sugiere al G-8 un fondo mundial contra el hambre y la de África del Sur que plantea fórmulas para que los países pobres accedan a la salud y a los medicamentos, controlados por las grandes empresas farmacéuticas. Hay una tercera que también sobresale por mezquina: la del Presidente Fox que quiere que México sea parte permanente del G-8 porque somos, dice él, la novena economía del mundo. Él ya no quiere que lo hospeden en Lausana. Quiere dormir en el Royal, con los de verdad. Con sus colegas.

Afuera, a unos 60 Km. de Evian, en Anemass, poblado pintoresco cercano a Ginebra, en un extremo del lago, contenidos y controlados por la fuerza pública, se reúnen los ahora denominados alter-mundialistas –antes globalifóbicos según nuestro Zedillo- para tener su propia reunión contra-cumbre. Para conocer un poco el clima de lo que ahí se urde, Le Monde, periódico parisino, entrevista a Arístides Pedraza el líder anárquico-sindicalista que hace cabeza de la denominada Organización Socialista Libertaria. ¿Quién es el enemigo? le pregunta Afsané Bassir, la reportera, y contesta Arístides: “El capitalismo. El sistema de dominación que lo acompaña. Las violencias de Estado. La discriminación. La xenofobia. El enemigo es el G-8. Y nuestro mensaje al grupo es, como dicen los zapatistas: No queremos de su poder de Estado, sólo queremos poder”

¿Qué objeto tienen las manifestaciones? ¿Quisieran ustedes impedir la reunión del G-8? sigue preguntando Le Monde. Y la respuesta: “Somos un ejercito de soñadores. ¿Cómo quiere usted que podamos impedir la reunión cumbre de los ocho más poderosos del mundo. Si lo intentáramos con éxito la próxima vez se reunirán en casernas rodeados de sus militares, totalmente inaccesibles. No, queremos ganar la batalla en el espacio público. Nuestro objetivo no es ganar un lugar, sino instalarnos en el tiempo. Queremos que el tiempo de la cumbre sea el tiempo de la protesta. Queremos que la palabra crítica surja, que se instale y que forme parte del pensar común....”.

Hermosas frases. De soñadores.

30/05/2003

miércoles, 7 de mayo de 2003

México sangra y la autoridad ríe

“¡Ora México, sigue sangrando: Te conviene!!!”
Parece decir desde Europa el Secretario de Economía Canales Clariond.

Rodolfo Menéndez Menéndez, desde París, para Por Esto!

¡Ahora resulta que los mexicanos que emigran a los Estados Unidos forzados por la falta de oportunidades en el país, obligados por su condición de miserables, sin trabajo, sin otra esperanza que emprender el camino a norteamérica con todos los riesgos y calamidades que esto representa , no hacen más que ejercer sus “derechos humanos”. Tal vino a sostener a Europa, cínicamente, el Secretario de Economía, Fernando Canales, durante su reciente visita a París con motivo de la reunión anual de la OCDE, la Organización para el Comercio y el Desarrollo Económico!!

El Fígaro, uno de los principales y más influyentes diarios de Francia, publica el día de hoy la entrevista que Stephan Merchand le hace a nuestro ilustre hombre de empresa regiomontano, exgobernador de su estado, erigido Ministro de Economía no por sus méritos profesionales, ni por su acierto político y ni siquiera por su dominio de las cuestiones por las que hoy responde ante los mexicanos, sino únicamente por sus vínculos personales en el seno del poderoso empresariado del norte y por el precario equilibrio de fuerzas entre el panismo y el foxismo.

El cínico despropósito de nuestro brillante secretario respondió a la pregunta hecha por su entrevistador en el sentido de que si no consideraba un gran peligro para México la fuga continua de fuerza de trabajo hacia los Estados Unidos de Norteamérica. “Claro –responde iluminado nuestro talentoso funcionario- preferiríamos que no se fueran”. Sólo para rematar contundente: “Pero, ¡hay que reconocer que los flujos migratorios se inscriben en los derechos del hombre!”.

Y uno desde aquí como observador se pregunta: ¿Será posible tanto descaro, o tanta ignorancia, o tanta maldad, o tanta estulticia? Que el secretario de Economía –no cualquier funcionario de segundo nivel, sino el señor encargado de atender los problemas del desarrollo económico del país- venga a hacer el ridículo frente a los europeos que sólo aciertan a volver el rostro y esbozar una sonrisa irónica de pena ajena ante semejante respuesta, para después publicarla en sus periódicos haciendo referencia, por supuesto, al antecedente empresarial de Fernando Canales. Así: “FC, ministro de economía, antiguo gerente....”

Pero no para ahí la cosa. Para el representante de nuestro gobierno en esta última reunión de la OCDE, la presencia de 25 millones de mexicanos en Estados Unidos es algo grandioso ya que afirma lindo y orondo: “Para nosotros esos mexicanos representan un mercado esencial...” Bueno, con esta lógica, yo no sé que espera el presidente Fox para facilitar la salida apresurada de otros 25 millones de mexicanos. Al cabo que sólo se requiere que crucen el Rio Bravo para dejar de ser parias y volverse “mercado”.

Todo pinta bien para nuestro distinguido regiomontano: “Desde mi punto de vista –dice- ciertas tendencias son muy positivas. Los paises industrializados están colocando el desarrollo entre sus prioridades centrales. En México tenemos un excedente comercial apreciable y la inversión extranjera continúa llegando en cantidad al país y no sólo proveniente de los Estados Unidos, sino también de Europa. Veo a muchos hombres de negocios franceses que tienen proyectos en México!!” ¡Caramba Rodolfo, me digo, debemos congratularnos de que las cosas hayan cambiado tanto en los últimos dos meses desde que saliste de México!

El periodista entrevistador, socarrón, le dice en atención a esa respuesta: La economía mexicana está floreciente entonces!! “Bueno... –contesta el ministro- yo no diría eso. El crecimiento es lento, no más del 3% este año, mientras que hemos conocido el ritmo del 7% en la época del Presidente Zedillo, ritmo que el Presidente Fox espera alcanzar antes de que termine su mandato” ¡Vaya, vaya! Nos venimos a enterar en París del cambio oficial a los objetivos del gobierno. ¡Que lo sepan los mexicanos en este año electoral! Me parece todavía escuchar al candidato Fox en plena campaña presidencial......¿Cuál sería, quiero recordar, el ritmo de nuestro desarrollo económico bajo su mandato?

Oiga, le pregunta el periodista francés al de Monterrey, ¿su nexo comercial con los Estados Unidos no ha sufrido las consecuencias de la guerra de Irak, a pesar de la postura de México contra la intervención, parecida a la de Francia? “Nooo. Francamente no –contesta el otro- nosotros hemos mantenido relación a todos los niveles con los americanos. Me dicen mis interlocutores que no aprueban nuestra política pero que la respetan. Me han prometido que no habrá ninguna represalia comercial. Nuestra relación bilateral es de adultos. Claro, las represalias podrían venir de los consumidores, pero no hemos experimentado nada de esto”

“La interdependencia es considerable –continúa hablando el secretario mexicano, como si no hubiera dicho ya suficiente- después de Canadá somos el primer cliente y el primer proovedor de los Estados Unidos y aunque la China se esfuerza por quitarnos esa posición, la seguimos defendiendo con éxito. Ochenta porciento de nuestras exportaciones van a Estados Unidos; ochenta porciento de nuestras importaciones, de ahí provienen. El 66% de la inversión directa en México es norteamericana. Pero, lo esencial son los 25 millones de mexicanos que viven en el país del norte. Muchos de ellos -termina aclarando con gran elocuencia y estricto sentido histórico el señor secretario-, ya estaban alla a mediados del siglo XIX cuando una parte de México se volvió americana” (el subrayado desde luego que es mio)

Así, como lo están leyendo. ¡Inaudito! Estos son los hombres que tenemos en el gobierno. Estos son los hombres que hoy dirigen a nuestro país. Debo señalar que ante el virtuosismo del secretario Canales, hay una fuerte corriente política en París que está exigiendo del presidente Chirac que le pida a su homólogo Fox que transfiera a Francia a su ministro de economía. Aquí les hace mucha falta, parecen señalar. Lo quieren para el Cirque Soleil.


París 7 de mayo, 2003.