jueves, 26 de febrero de 2009

La oreja de Van Gogh

Gauguin podría haber cortado la oreja a Van Gogh, según un libro
Cada cierto tiempo hay algún investigador con nuevas teorías sobre los mitos de la estética contemporánea. Ahora es el turno de Rita Wildgans y Hans Kaufmann, que vienen con la novedad de que Van Gogh no se cortó la oreja sino que la perdió en una pelea con Gauguin.
Van Goghs Ohr. Paul Gauguin und der Pakt des Schweigens (La oreja de Van Gogh. Paul Gauguin y el pacto del silencio), es el título del libro de Wildgans y Kaufmann, publicado por la editorial Osburg, que ofrece una nueva versión de los hechos ocurridos en Arles (sur de Francia) en diciembre de 1888. Los dos autores argumentan a partir de una serie de dudas que apartan la versión generalmente aceptada de los hechos, repetida hasta la saciedad y que ha sido representada en muchas películas y obras de teatro.
La base de esa versión, según el libro, es el testimonio dado por Gauguin a la policía. Según esa versión, Van Gogh, en un ataque de locura, se habría cortado la oreja izquierda con una navaja de afeitar y luego había ido con ella a un burdel para entregársela a una prostituta y encomendarle que cuidase bien de ella. Al día siguiente, Van Gogh fue encontrado, bañado en sangre, en su cama y trasladado a un hospital cercano.
Wildgans y Kaufmann consideran que la historia está llena de detalles difíciles de creer que les llevan a la conclusión de que Gauguin mintió a la policía, para disimular el papel clave que él había tenido en los acontecimientos de la noche anterior. Ante todo la idea de un Van Gogh ensangrentado, dando una caminata nocturna hasta el burdel -a las afueras de Arles- para entregar su oreja a una prostituta que no significaba nada especial para él y después de volver a casa es algo que los dos autores consideran inverosímil.
La versión alternativa parte de un enfrentamiento entre los dos amigos, generado por la decisión de Gauguin de abandonar Arles y regresar a París. Van Gogh le habría lanzado a Gauguin un vaso en un bar y luego le habría perseguido para tratar de persuadirle de que se quedara en Arles. En el enfrentamiento en la calle, Gauguin, que era un buen espadachín, habría desenfundado su daga y le habría cortado de un tajo la oreja a Van Gogh, no lejos del burdel donde posteriormente aparecería la misma y desde donde la policía siguió un rastro de sangre que la llevó hasta la famosa "casa amarilla" donde vivían Van Gogh y Gauguin. Este último, sin embargo, tras la pelea había decidido pasar la noche fuera de casa.
"Usted calla y yo también lo haré", fueron las últimas palabras de Van Gogh a Gauguin, lo que es interpretado por los dos investigadores como un pacto de silencio. Para sustentar esa hipótesis, Wildgans y Kaufmann buscan rastros de un presunto sentimiento de culpa en textos y dibujos de Gauguin sobre cuya conciencia pesaría el haber precipitado a Van Gogh a la locura definitiva. Unos girasoles pintados en Tahití, como homenaje a Van Gogh, son una de los indicios que alegan. Una de las bases del nuevo libro es una investigación del médico Wilfred Arnold que en 1992 llegó a la conclusión de que la enfermedad de Van Gogh, más que un origen psíquico, procedía de una descompensación de enzimas que le provocaba a crisis temporales de las que luego se recuperaba.
La versión de Gauguin sobre la oreja cortada, sin embargo, habría creado la imagen de un Van Gogh completamente demente que le llevó al aislamiento total en sus últimos años. Seis meses después de dejar la oreja en el prostíbulo de las afueras de Arles, Van Gogh fue internado en un hospital psiquiátrico en Saint Remy. Más tarde, en mayo de 1890, sería traslado a Auvers-sur-Oise, donde fue puesto al cuidado del médico Paul Gauchet. El 22 de julio del mismo año Van Gogh murió a consecuencia de las secuelas dejadas por un intento de suicidio.

viernes, 20 de febrero de 2009

Van Gogh. Noche estrellada.


Vincent Van Gogh. Noche estrellada. 1889

Reportaje de Isabel Ferrer para El Pais.

Según la leyenda, Vincent van Gogh (Groot-Zunder, Holanda, 1853; Auvers-sur-Oise, Francia, 1890) se tocaba con un sombrero lleno de velas encendidas para pintar de noche. Tal era su necesidad de captar los tonos cambiantes de la luz, que ni siquiera las tinieblas le obligaban a cerrar su caballete. Vincente Minnelli plasmó esa escena mítica en su película sobre el pintor (El loco del pelo rojo) poniéndole al actor Kirk Douglas un gorro chorreante de cera caliente en la cabeza.
El museo que lleva el nombre del artista holandés en Ámsterdam no ha podido comprobar la veracidad de la historia, pero sí que ha conseguido un objetivo largamente acariciado: reunir por vez primera en una exposición los cuadros nocturnos del genial pintor, con el más famoso de todos ellos, Noche estrellada, como absoluto polo de atracción.
Apropiadamente titulada Van Gogh y los colores de la noche, la cita cumple otra función que permitirá sonreír al personal de la sala hasta el próximo 7 de junio, fecha de la clausura: el cuadro Noche estrellada ha favorecido toda clase de conjeturas cósmicas sobre el día en que el artista plantó una luna en cuarto creciente sobre un cielo retorcido; pero la obra, acabada en 1889, no está en Holanda, sino en Nueva York, en el Museo de Arte Moderno (MOMA).
Así que cuando los visitantes inquieren en Ámsterdam por la tela -y es la pregunta más repetida- se les dice con resignación que cuelga en Estados Unidos. "Por eso es un gozo tenerla ahora aquí, y haber podido trabajar con el MOMA en esta exposición, que recoge la fascinación de Van Gogh por el crepúsculo y los nocturnos", afirma Axel Rüger, director del museo holandés. La colaboración ha sido intensa y con una oferta doble. Los cuadros estuvieron en Nueva York y ahora llegan a Ámsterdam como única plaza europea para su disfrute.
Hay varias sorpresas para el visitante entre los 32 lienzos, 19 trabajos sobre papel y cinco bocetos reunidos en la muestra. Dividida en cuatro apartados temáticos, la exposición arranca con los atardeceres, recorre luego la vida campesina, la siembra, y se cierra con "la poesía de la noche". Ya en el primero, destacan dos piezas cedidas por el Museo Thyssen-Bornemisza, de Madrid. Se trata de Paisaje nocturno (1885) y Estibadores de Arlés (1888), unas escenas con un sosiego que no suele atribuirse al artista. Hijo de un pastor protestante y aspirante él mismo a predicador, la noche presentaba un enorme reto para el espíritu de Vincent Van Gogh. Era el momento del recogimiento, la reflexión y el descanso. De igual modo, suponía la lucha contra la tentación de pintar, a la que sucumbía, en lugar de preparar sus sermones.
En el museo holandés, el paso de la noche oscura a la noche luminosa es bien palpable. Junto a la negrura de iconos holandeses fechados hacia 1885, como la casi mística Familia comiendo patatas y Casita de campo, pueden verse crepúsculos y trigales franceses arrebatados, de 1888. De La siega, otro tema esencial, hay tres versiones reunidas por primera vez desde 1984.
Para cuando se llega al punto álgido de la visita, la mano de Van Gogh revela la intensidad que le ha hecho famoso. Porque no sólo Noche estrellada es un frenesí de pinceladas, empaste y una luna amarilla como un sol. "La fascinación de la noche no le abandona nunca, pero en Francia, cuando llega la luz de gas, la vida cambia. Los bares abren todo el día y quiere captar hasta el último destello, a oscuras. Por eso pinta terrazas de cafés en plena madrugada y monta sus aperos frente al río Ródano, en Arlés, buscando reflejos en el agua", afirma Maite van Dijk, investigadora del MOMA, que ha colaborado en el catálogo de la muestra.
Es posible que Vincent Van Gogh nunca llevara un gorro de velas puesto, pero sí apareció citado en el diario de Arlés como "el tipo que pinta de noche en la calle".

sábado, 14 de febrero de 2009

Del Blog de Saramago....


VATICANADAS..

O vaticanerías. No consigo ver a los señores cardenales y a los señores obispos trajeados con un lujo que escandalizaría al pobre Jesús de Nazaret, apenas cubierto con su túnica de pésimo paño, por muy inconsútil que fuera y seguramente no lo era, sin recordar el delirante desfile de moda eclesiástica que Fellini, genialmente, colocó en Ocho y Medio para su y nuestro disfrute. Estos señores se suponen investidos de un poder que sólo nuestra paciencia ha hecho perdurar. Se dicen representantes de Deus en la tierra (nunca lo han visto y no tienen la menor prueba de su existencia) y se pasean por el mundo sudando hipocresía por todos los poros. Tal vez no mientan siempre, pero cada palabra que dicen o escriben lleva por detrás otra pegada que la niega o limita, que la disimula o pervierte. A esto ya muchos más o menos nos habíamos habituado antes de pasar a la indiferencia, cuando no al desprecio. Se dice que la asistencia a los actos religiosos va disminuyendo rápidamente, pero me permito apuntar que también es menor el número de personas que, aun no siendo creyentes, entran en una iglesia para disfrutar de la belleza arquitectónica, de las pinturas y esculturas, de todo ese escenario que la falsedad de la doctrina que lo sustenta al final no merece.

Los señores cardenales y los señores obispos, incluyendo obviamente al papa que los gobierna, no están nada tranquilos. Pese a vivir como parásitos de la sociedad civil, las cuentas no les salen. Ante el lento aunque implacable hundimiento de este Titanic que es la iglesia católica, el papa y sus acólitos, nostálgicos del tiempo en que imperaban, en criminal complicidad, el trono y el altar, recurren ahora a todos los medios, incluyendo el chantaje moral, para inmiscuirse en la gobernación de los países, en especial aquellos que, por razones históricas y sociales, todavía no han osado cortar las amarras que sieguen atándolos a la institución vaticana. Me entristece ese temor (¿religioso?) que parece paralizar al gobierno español siempre que tiene que enfrentarse no sólo a enviados papales, sino también a los “papas” domésticos. Y digo todavía más: como persona, como intelectual, como ciudadano, me ofende la displicencia con que el papa y su gente trata al gobierno de Rodríguez Zapatero, ese que el pueblo español eligió con entera conciencia. Por lo visto, parece que alguien tendrá que tirarle un zapato a uno de esos cardenales.


José Saramago, El cuaderno de Saramago


lunes, 9 de febrero de 2009

¡EL DERECHO DE MORIR!



Sí. ¡El derecho de morir!. A pesar de los míseros hipócritas... ¡Cuánto sufrimiento. Cuánta agonía. Cuánta vergüenza!



E finita l'agonia di Eluana

Eluana Englaro è morta questa sera intorno alle 20.10, in quella stanza della clinica la Quiete che sembrava diventata il crocevia di mille perizie. Sono sopraggiunte complicazioni e "problemi tonici" nel pomeriggio. Da quattro giorni era stata sospesa l'alimentazione.

I genitori non erano presenti. Il padre è stato avvisato per telefono dal medico, il dottor Amato De Monte. Beppino Englaro si trovava a Lecco, dove domani doveva partecipare a un processo. Gli volevano togliere la patria potestà.

"Sì, ci ha lasciati -ha detto piangendo Beppino Englaro -. Ma non voglio dire niente, voglio soltanto stare solo".

La conferma della morte di Eluana Englaro è arrivata anche dalla presidente della Quiete, Ines Domenicali. "E' morta, non so dire l'ora. Non chiedetemi altro".

Davanti alla clinica, circa duecento militanti cattolici e del movimento per la Vita che hanno a lungo rumoreggiato per poi raccogliersi in preghiera.


EN LA CAPITAL DE MÉXICO, YA SE DISPONE DE UN MECANISMO JURÍDICO AL RESPECTO:

¿Conoces la Ley de Voluntad Anticipada para el DF?
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El 4 de abril del 2008 se publicó en la Gaceta Oficial del Distrito Federal, el Reglamento de la Ley de Voluntad Anticipada para el Distrito Federal. Entró en vigor al día siguiente de su publicación y su Manual de Funcionamiento será emitido dentro de los próximos 30 días.

El Reglamento establece la posibilidad de que un enfermo en etapa Terminal pueda tramitar, mediante un documento de voluntad anticipada, su decisión libre de no someterse a medios, tratamientos y/o procedimientos médicos que pretendan prolongar su vida o mantenerla por vías artificiales.

Se incorporan también medidas para controlar cualquier síntoma que cause dolor, y para dar la asistencia sicológica o tanatológica necesaria al paciente y sus familiares.

Además, las dependencias de salud local quedan obligada a ofrecer atención médica domiciliaria a los enfermos en etapa terminal, así como emitir los lineamientos para aplicar esta normatividad en las instituciones privadas de salud.

Mediante la solicitud de voluntad anticipada, el enfermo en etapa terminal también puede manifestar, si así lo desea, la voluntad de donar sus órganos y tejidos para su transplante a otras personas.

El documento de voluntad anticipada deberá realizarse en forma escrita y firmarse ante un notario público, y podrá suscribirse en cualquier Unidad Médica Hospitalaria pública o privada.

Se establece que en el caso de que el enfermo terminal se encuentre impedido para manifestar por si mismo su voluntad, familiares cercanos (el cónyuge, el o la concubina, el o la conviviente, los hijos mayores de edad o adoptados, los padres o adoptantes, los nietos mayores de edad y los hermanos mayores de edad) podrán tramitar su voluntad.

Cuando el enfermo en etapa terminal sea menor de edad o incapaz legalmente declarado, los padres o adoptantes, los familiares o personas que ejerzan la patria potestad del menor o los hermanos mayores de edad podrán suscribir el documento de voluntad anticipada.

Los mayores de dieciséis años y menores de dieciocho, deberán estar acompañados por quien ejerza su tutela o patria potestad y quienes firmarán en su nombre y representación.

Solo podrá anularse o revocarse la voluntad anticipada cuando:
(a) el llenado de la solicitud se realice bajo amenazas contra el enfermo o suscriptor;
(b) se realice con animo de obtener un beneficio o provecho del enfermo;
(c) cuando el enfermo no exprese claramente su voluntad o cuando medie alguno de los vicios del consentimiento establecidos en el Código Civil vigente para el Distrito Federal.

Con la expedición de la ley y su reglamento, se otorga a los enfermos del Distrito Federal en etapa terminal, la libre opción y la facultad, no la obligación, de decidir si continúan viviendo o no por medios artificiales; y al mismo tiempo, se exhorta a los enfermos terminales a donar sus órganos para que ayuden a salvar otras vidas.

Tomada de Ciudadanos en Red.