jueves, 24 de enero de 2008

La ciudad vertical es mejor y respeta más al medio ambiente.


París, desde la torre Eiffel. Ciudad altamente densificada.

La ciudad vertical es mejor y respeta más al medio ambiente.

El caso de Mérida, la de Yucatán.

Es difícil resolver la encrucijada urbanística de las ciudades modernas: ¿Cómo crecer? Ésta es, tal vez una de las decisiones de mayor trascendencia para los habitantes de las ciudades de tamaño mediano en el mundo. De la respuesta que se encuentre depende no sólo el costo de la vida en el conglomerado, sino la calidad de la existencia y también, cuestión en la que ahora se pone mayor énfasis, el impacto que la ciudad tendrá sobre la región y sobre el mundo, en la interdependencia que hoy nos caracteriza y que cada día es más estrecha, más insoslayable.

En muchos sitios, entre los urbanistas, es un lugar común decir que se requiere un “Plan Maestro” y es también lugar común decir que se tiene uno. Aunque sólo sea un documento de nivel y alcance burocrático, inútil en su aplicación y estéril, en el mejor de los casos, en su incidencia en el crecimiento real de muchas ciudades que se pretenden modernas.

Mérida, la de Yucatán, donde ahora vivo, es el vivo ejemplo de ello. Existe la planeación del crecimiento de la ciudad, sólo en el decir de los políticos en turno en el poder. Sólo en la medida en que con los mentados planes maestros se justifica el negocio, casi siempre corrupto, del manejo convenenciero de las reservas territoriales para satisfacer los proyectos y los intereses de los poderosos grupos económicos, por lo general representados por unos cuantos desarrolladores y acaparadores profesionales.

Normalmente, la mayor parte de las ciudades medias, al menos en este país de nuestros dolores, y en otros que se nos parecen harto, crecen a la trompa talega, en desorden, anárquicamente, aunque a veces se dé la apariencia de que su crecimiento obedece a sesudos análisis y a planes derivados de foros de consulta o de interpretaciones esotéricas de la “voluntad popular”

Recientemente vimos en la televisión local de Yucatán al personaje que tenemos por Alcalde en la ciudad capital, una de las de más baja densidad poblacional, con apenas ca. 900 h. por Km cuadrado –de las más extendidas de la República- aparecer en la pantalla chica para justificar el inmoderado incremento que ha sufrido el impuesto predial en este año que amanece. Se le ocurrió a este funcionario recién electo por razones más bien fortuitas que atribuibles a su mérito personal, justificar la agresiva medida que ha irritado a la población (más del cien por ciento de incremento en un impuesto de este tipo irrita a cualquier ciudadano que debe ganarse a penas el pan de cada día) por el hecho, según su propio decir, de que la ciudad de Mérida crecía mucho y muy rápido (¡!) y que por tanto era necesario obtener los recursos para pagar la factura de ese crecimiento. Ni por asomo se le ocurrió al edil en su discurso señalar que él tiene la responsabilidad básica de administrar y de conducir ese crecimiento, que puede y debe limitarse en bien de todos.

Hace unos cuantos años en el Distrito Federal, capital de la república, una megalópolis que se volvió monstruosa e inmanejable por virtud del mismo síndrome, los gobiernos ya de la oposición política al que fue partido sempiterno en el poder, decidieron por edicto (Bando, le llamaron ahí), densificar la ciudad para evitar que siguiera dispersándose de manera insostenible en todo el valle de México involucrando a tres entidades federativas. Al cabo de poco tiempo, el resultado que se esperaba se manifestó con claridad. Muchas colonias, como se llama en México a los barrios, comenzaron a crecer para arriba: la Colonia del Valle, la Condesa, la Roma, la Escandón, Polanco, las Lomas de Chapultepec, por citar sólo unas cuantas. Donde antes había casas unifamiliares aparecieron condominios de 10, 20, 30, unidades habitacionales. Se comenzó a mejor aprovechar el espacio ya desarrollado de la Ciudad de México y, no se dude, mejoró la calidad de vida. Mejoró la seguridad –aunque sea anatema decir esto en tal ciudad y mueva a risa la afirmación- aunque en efecto, por otras razones ajenas al proceso de densificación que se está dando, a nivel general la seguridad se mantuvo en el nivel crítico que ya existía, observándose la mejoría sólo cuando se hace el análisis delegación por delegación, barrio por barrio, entre aquellos que habían sido sujetos al proceso de densificación y aquellos en que esto no se hizo.

Mejoró la animación de las colonias involucradas: ciertas colonias se volvieron de moda y con gran atractivo para sus habitantes. Aumentó la demanda comercial en esos lugares. Aumentó por tanto el valor del bien raíz. Mejoró la oferta de vivienda para la clase media. Se abatió, según los expertos, el volumen de lo contencioso a nivel de los juzgados que atienden litigios y desahucios sobre la propiedad inmueble. ¿Quién que pasee por la Condesa, por Polanco, por la Colonia del Valle, por la Nápoles, no se percata del movimiento de renovación que ahí se está dando y las ventajas actuales de vivir ahí?

Cierto, no todo ha sido miel sobre hojuelas. Por la falta de coordinación entre las autoridades responsables, atribuible a la ausencia de un régimen político global de racionalidad y de respeto a los ciudadanos, donde se dio el mayor grado de densificación comenzaron a aparecer otro tipo de problemas que habrán de resolverse en el futuro inmediato: fallas en el suministro del agua y deficiencias en el servicio eléctrico. La infraestructura se quedó chica ante la nueva demanda de tales servicios. Por un lado está la insuficiencia crónica de agua en el Valle de México, lo cual es un grave y viejo problema que merece análisis aparte. Por otro, el caso de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, las tensiones sindicales y la ineptitud política del gobierno federal que no ha hecho sino agudizar un problema de incapacidad productiva y distributiva de la industria eléctrica regional que está a punto de hacer crisis en el centro de la república, arrodillando a la Capital, a menos que se tomen medidas drásticas a corto plazo.

Pero el gran beneficio de toda esta iniciativa de concentración y densificación tiene su manifestación más favorable en la calidad del medio ambiente que sin lugar a dudas ha mejorado en la ciudad más grande y más contaminada del país por ésta y cierto es, otras medidas que han sido implementadas. En efecto y es tema que está siendo debatido a nivel mundial, las ciudades más densas son más “ecológicas”. La densidad poblacional está- a juicio de los expertos- en razón directa a lo amistoso de una ciudad con la ecología y el medio ambiente.

“Vivir hacinados es más verde” se titula un reportaje reciente del diario español, El País, con el que hacemos aquí el enlace para referencia del lector. En él se plantea la hipótesis que debería ser considerada seriamente por los líderes políticos y sociales de nuestras ciudades medias, aquellas que están en transición, como es el caso de mi Mérida. La ciudad vertical respeta más el medio ambiente, convienen los urbanistas inteligentes del mundo contemporáneo. Y es que, al densificar, se abate ciertamente el costo de mantenimiento de un conglomerado poblacional, sin lugar a dudas. Hay menos requerimientos de pavimentación; más espacio para áreas verdes; menos tendido de cables para transportar la electricidad; menos distancias que recorrer para el traslado del agua potable; menor el tamaño de la red de drenaje (cuando ésta existe, porque se da el caso vergonzoso de que en Mérida, Yucatán, ciudad del siglo XXI, el drenaje es inexistente, ejerciéndose así una presión intolerable sobre el manto freático, uno de los recursos vitales e inapreciables de la ciudad); menor utilización del transporte contaminante, etc.

Pero no todo es cuestión de costo y sí todo tiene una incidencia determinante en la calidad de la vida y en el medio ambiente. Con la densificación, menos contaminación, menos energía desperdiciada, menos impacto en el calentamiento global que a todos nos afecta, menos materiales requeridos para cuya fabricación es necesario depredar al medio, menos tiempo desperdiciado en el transporte ciudadano a centros escolares y sitios de trabajo, más áreas de reposición del oxígeno vital de las ciudades y de absorción del anhídrido carbónico expelido por nuestros procesos vitales, por señalar lo básico. Podríamos abundar así mismo en el aspecto social en el que también se incide positivamente al densificar, ya que de la misma manera, es tema de tesis sustentable; pero esto lo trataremos en otra ocasión.

Como se lee en el reportaje de El País: hay que desarrollar proyectos de ciudades pensadas para los nuevos tiempos y compatibles con nuestros apremios verdaderos. “Desde la ética resurge el debate sobre qué tipo de lugares han de construirse para que los seres humanos ocupen el suelo sin dañar el medio ambiente. La solución está en manos de los gobernantes. Son ellos los que determinan cómo hacemos las ciudades”. No se trata nada más de cobrar más impuestos para simplemente echarle dinero al negocio de nuestro propio deterioro. No, señor Alcalde de la Ciudad de Mérida, se trata de razonar nuestros problemas, de administrarlos y dirigirlos y de encontrar soluciones al crecimiento de nuestra ciudad, a la lógica, a la calidad y también al costo de nuestro vivir.

París ciudad vertical. La zona de negocios de La Défense.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo contigo, con los españoles y con los franceses.

Desgraciadamente en este país, como bien apuntas, los proyectos urbanos están ligados a intereses personales y no para bien de la comunidad. En varios foros he propuesto, de hecho ante planeadores del INFONAVIT, señalándoles que siendo ellos una entidad otorgante de créditos para la vivienda de nuestros esforzados trabajadores mexicanos, merecedores de todo tipo de subsidios, deberían EXIGIRLE a los promotores de vivienda construir en vertical, ahorrando grandes distancias de pavimentos, líneas de abastecimiento, despejando predios de casuchas infames con 4.50 m. de frente para abastecer de áreas verdes y bahías de estacionamiento.



La respuesta a veces, si es que hay alguna, es el que el comprador no acepta los edificios porque no los hace dueños de su "tierrita" y por lo tanto no tienen demanda.

Digo yo, si no ofreces otra opción y si esta opción se resuelve adecuadamente se venderá necesariamente y se verán los beneficios a corto plazo.



No tiene sentido seguir haciendo crecer los núcleos de población cada vez más alejados de los conglomerados existentes, sin servicios, sin comunicaciones y provocando una gran cantidad de horas hombre-transporte verdaderamente descomunales, sobre todo en este territorio donde en vez de planear se trata de medio solucionar los caos que surgen día a día.

Anónimo dijo...

Cómo hacerle entender al poder público su ceguera y su apatía respecto de este asunto que es de importancia capital para todos. En Mérida y en otros lados las autoridades NO cumplen, sólo medran.

Anónimo dijo...

Ya no como resultado de los aspectos físicos naturales, sino como una tendencia a mejorar las condiciones urbanas de los asentamientos humanos, se está impulsando cada vez más la densificación urbana tendiente a mejorar la calidad ambiental y económica de las ciudades. De hecho la tendencia de tener viviendas esparcidas rodeadas de áreas verdes, está pasando a la historia, pués resultó que no mejora el medio ambiente y si encarece la infraestructura y los costos de mantenimiento. La tendencia actual es densificar el espacio para revertir los costos y mejorar los espacios abiertos que puedan elevar las condiciones ambientales.
Sobre el tema, en la página editorial, y en los primeros cuatro artículos de la revista española Arquitectura Viva Nº 112, se hacen planteamientos, con ejemplos concretos, sobre "la ciudad compacta que resulta mas sostenible que la ciudad verde dispersa" (sic).
En cuanto a los Programas de Desarrollo Urbano, antes Planes Maestros o Planes Reguladores, son instrumentos que permiten predecir qué puede pasar y cómo solucionarlo, es decir, planear, para decidir por anticipado qué se quiere hacer. El asunto aquí es preguntarse: ¿quién está interesado en concebir de manera general y con interés general el futuro de una ciudad? La verdad, los intereses particulares de los tres actores que "hacen ciudad", los ciudadanos, los inversionistas o promotores y las autoridades, les importa un bledo el interés común y solo velan por sus intereses particulares. Los primeros, no ven más allá de que una disposición urbana no los afecte a ellos directamente; los segundos, solo ven las ganancias que les puede reportar un proyecto, sin importar los efectos de su inversión; y los últimos, y con mayor responsabilidad ya que supuestamente deben "administrar los bienes comunes", se convierten en cómplices de intereses individuales para no caer mal, asegurar futuros votos, o recibir gratificaciones de diversos generos, sin importar lo fundamental, su responsabilidad como autoridad pública. Esto nos lleva al último tema del artículo del Lic. Rodolfo Menénez, al hablar sobre la autoridad municipal. Desde hace siete administraciones, incluyendo la actual, nos gobiernan autoridades emanadas del PAN; ¿por ello son malos?, no, es la coincidencia; y ésta reside en que les ha importado un bledo el operar los Programas Urbanos, incluidos los elaborados por ellos mismos, y quienes lo manejan, simplemente lo hacen a su antojo y con escaso criterio lo que nos lleva a una inutilidad de dicho instrumento ordenador o como lo menciona D. Rodolfo, convertido en "un documento de alcance burocrático" y yo aumento: que sirve para "negociar" qué se puede o no hacer, y a quién si y a quién no se le permite". Y el colmo, las declaraciones del Primer regidor en el sentido de que el aumento del alza predial se debe al "crecimiento de la ciudad"
Esta absurda declaración política carente de un razonamiento, nos indica que en la mente monetaria del citado funcionario (y no servidor o administrador público), solo existe la palabra dinero, no servicio, la plabra crecimiento y no desarrollo.
Definitivamente, nos falta mucha cultura urbana, mucha cultura ciudadana; que es necesario pagar impuestos, si es necesario, pero a cambio de ello espero vivir en una ciudad con adecuados servicios, con aceras y arroyos de calidad; con espacios verdes adecuados; con equipamiento accesibles, con infraestructura eficiente; en fin una ciudad que pueda ser habitable, sustentable,y competitiva. Mérida necesita un compromiso real de sus habitantes, un reorenamiento urbano profundo; necesita "redensificarse y densificarse" para alcanzar un nivel de ciudad del siglo XXI. ¿Será posible que Mérida alcance esa categoría?

Anónimo dijo...

Me parece éste un tema que debería estarse tratando en los más amplios foros y no sólo en los concilábulos especializados o técnicos. La ciudadanía debe saber lo que le conviene para vivir mejor. La prensa no le da seguimiento a estos temas. Los medios electrónicos desechan el tema porque no les es "rentable", en su lógica mercantilista. Hay que impulsar esta discusión y con el permiso del autor de este artículo me lo llevo a mi medio en la Ciudad de México para difundirlo y tener pie de entrada a la discusión. Gracias.

Arq. Pérez Malo.

Anónimo dijo...

No hay peor daño a las ciudades que una autoridad torpe e inepta. ¿Cómo se recupera el tiempo perdido?

Anónimo dijo...

Lo que quieren decir con esto es que vivamos todos en panales. Si ya de por si estamos fritos con las unidades habitacionales (me acuerdo de una que le decian tinacolandia) ahora encima que estemos apilados. Por lo menos aqui tengo mi cacho de "jardin".