domingo, 6 de mayo de 2007

Elecciones en Francia. Vox populi, vox dei.

Vox populi, vox dei.

Por Rodolfo Menéndez y Menéndez

Se acabó el suspenso. Ganó la derecha como previsto. El resultado muy cercano a lo anticipado, tal vez ligeramente con una mayor ventaja para Sarkozy: 53% vs. 47% dicen los sondeos de salida de casilla reconocidos por el ministerio del Interior francés y aunque extraoficiales, validados ya por consenso. Nadie discute este resultado. Las encuestas ahí funcionan bien. La mecánica electoral está bien aceitada.

Las urnas se cerraron a las 20 horas tiempo local. A las 20.04 se presenta la Candidata del Partido Socialista en París a la Casa de América Latina, en Boulevard. St Germain, a unos cuantos pasos de la Asamblea Nacional, donde la esperaban sus seguidores. A las 20.06, Segolene Royal toma el micrófono y acepta su derrota. A las 20:29 el candidato de la UMP es felicitado por el actual Presidente de la República. Nicolás Sarkozy es ya el sucesor de Jacques Chirac y es el nuevo presidente de los franceses. Así funciona la democracia electoral allá, con precisión cronométrica.

A las 20:35 Sarkozy toma la palabra en un salón publico, la sala Gaveau, ante sus partidarios y dice: “Es mi turno regresarle a Francia todo lo que me ha dado. Con orgullo inexpresable reconozco que los franceses me han otorgado el mayor honor que pueda yo recibir al juzgarme digno de presidir la Francia.....” Y agregaría casi inmediatamente: “Va mi pensamiento a la señora Royal. Le quiero decir que la respeto profundamente, a ella y a sus ideas en las que tantos franceses se han reconocido. Respetarla a ella es respetar a todos los franceses que han votado a su favor. Más allá del combate político, de la divergencia de ideas, para mí no hay más que una sola Francia y mi triunfo no es el triunfo de una Francia sobre la otra. La victoria es de la democracia...”

A las 20:55 aparece sonriente, digna, echada p’adelante, Segolane Royal en el balcón de la sede del Partido Socialista en la calle Solferino, en París, para decir a sus simpatizantes reunidos solidarios en torno de ella: “Nuestras ideas y nuestros valores acabarán triunfando”.....”la lucha sigue, tengan confianza, mantengan su entusiasmo” Y yo digo: ¡Bravo señora!

A partir de esos momentos comienzan a llegar las felicitaciones de todo el mundo para el ganador de la contienda. La llamada de Bush no se hace esperar. Sarkozy responde: “la Francia estará con los Estados Unidos cuando la necesiten pero hay que reconocer que en los términos de nuestra amistad es posible pensar de manera diferente....” La cabeza del gobierno español también se hace presente y dice a Sarkozy que reconoce en él a un líder de “una derecha abierta y moderna, capaz de canalizar los deseos de cambio de un país llamado a recuperar la confianza en si mismo y seguir siendo parte de la locomotora de Europa”. Rodríguez Zapatero ha rendido también homenaje a su correligionaria Segolene Royal a quien acompañó durante la campaña electoral en un gran mitin en la ciudad francesa sureña de Toulouse. Finalmente, como muestras de las reacciones del mundo hacia los acontecimientos electorales en Francia, el vecino del otro lado del Canal de la Mancha habló para expresar también sus parabienes, cosa que hizo –y esto marca el comentario- a sólo unos cuantos días de que él, Tony Blair, deba presentar su renuncia como Primer Ministro británico.

Hay, después de hoy y más allá de las palabras, dos luchas intensas que se perfilan difíciles y comprometidas. Por un lado, aquella que está representada por la promesa de Nicolás Sarkozy de reunificar a los franceses en torno a un proyecto común, promesa que se antoja cuesta arriba de cumplir por la extrema polarización de la sociedad francesa. Mucho esfuerzo tendrá que realizar este joven abogado sediento de poder para aplacar los ánimos colectivos y poder trabajar como nación unida frente a los retos enormes de una Francia que se rezaga a pasos agigantados en el liderazgo de la Europa contemporánea. El ambiente para ese propósito está muy sulfurado.

Y, por otro lado, en casi una mitad de Francia, a juzgar por la votación que se dio, deberá empezar la recomposición de la izquierda que como fuerza política nacional culmina la tarea realizada de manera fragmentada y con los grupos internos en pie de lucha dispuestos a echarse cada quien la culpa del fracaso. Al interior del PS habrá cacería de brujas y la señora Royal, compañera sentimental de Francois Hollande, Secretario General del Partido, será sin duda llamada a cuentas. De alguna forma tendrá que pagar la osadía de haber hecho las cosas de su campaña al margen de la vieja, esclerótica y vengativa nomenclatura del Partido. Ya veremos los sambenitos que le cuelgan.

Cuarenta y cuatro y medio millones de electores inscritos en el padrón electoral francés. 87% de ellos ha acudido a votar el día de hoy. Más que en la primera vuelta de hace dos semanas y más que en todas las elecciones francesas en segunda vuelta anteriores. Récord para el registro. Competencia cerrada, reñida, participativa, no cabe duda. Los franceses regresarán hoy a sus casas pero deberán reconocer las urnas otra vez, dentro de un mes, a elegir a su cuerpo legislativo y una nueva etapa de la política en ese país europeo empezará a contarse. Por hoy, fin de la historia.

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